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Reportaje:

Medio siglo haciendo barcos

Un libro repasa los 50 años de historia de los astilleros de Sevilla y destaca su importancia en la industria de la ciudad

Reyes Rincón

El astillero de Sevilla está a punto de cumplir 50 años. Un aniversario disipado por la vorágine del conflicto laboral y el incierto futuro del sector naval español, pero que sirve para hacer memoria del medio siglo de vida compartida entre la factoría y la ciudad. Para conmemorar el cumpleaños, la empresa Izar ha editado el libro Historia del astillero de Sevilla, de Federico Esteve Jaquotot, quien hace un repaso exhaustivo a la vida de la factoría sevillana que, como cualquiera que naciera en 1954, padece ahora la crisis de los cincuenta.

"Cuando se creó Astilleros, Sevilla era un desierto industrial", recuerda Ignacio Sánchez, actual presidente del comité de empresa, que coincide con la descripción que ofrece en su libro Esteve Jaquotot: "El proyecto de Astilleros de Sevilla no nació como unas instalaciones industriales sin más fines que la construcción o reparación de buques, sino como una pieza esencial para aumentar el escaso tejido industrial de la ciudad".

La construcción del astillero de Sevilla por la Empresa Nacional Elcano se inició en noviembre de 1945 y la actividad de la fábrica empezó escalonadamente desde 1953 con una plantilla de 445 personas y una cartera de pedidos por importe de 240 millones de pesetas. Aunque 1954 es el primer año en el que las instalaciones funcionan al 100% de su capacidad, las horas trabajadas aumentaron el 400%, el personal se duplicó y la facturación se multiplicó por tres hasta superar los 86 millones de pesetas.

Esteve Jaquotot recuerda que los primeros barcos que se construyeron en las instalaciones sevillanas fueron cuatro pequeños fruteros encargados por armadores valencianos para el transporte de naranjas. El primero se botó el 19 de febrero de 1955. En menos de una década, la industria naval se convirtió en uno de los principales motores económicos de la provincia, empleaba a más de 5.000 trabajadores e invertía en maquinaria más de 1.000 millones de pesetas. En 1966 se le consideraba ya la empresa más potente del sector y era la autora del 40% de los buques que se entregaban en España.

"Siempre nos hemos distinguido por la calidad. Los contratos se firmaban en Madrid, pero muchos armadores exigían que su barco se construyera en Sevilla", afirma Ignacio Sánchez, que llegó a Astilleros hace 31 años, en pleno boom de la construcción naval española y la época de máximo esplendor de la factoría sevillana. Fue a mediados de los setenta cuando se empieza a sentir la crisis del petróleo. La empresa nacional entra por primera vez en pérdidas en 1976. El capital privado se retiró del sector y el Instituto Nacional de Industria absorbió las instalaciones.

En 1984, el Gobierno aprobó la primera reconversión. Según los datos de Esteve Jaquotot, de los 2.255 trabajadores con los que contaba la fábrica de Sevilla en 1979 se pasa a 754 en 1990. Las cuentas de Sánchez son más drásticas: "En 1978 pretendían cerrarnos y conseguimos salvarnos por los pelos, pero a cambio de quedarnos sólo con 360 trabajadores fijos".

El autor del libro reconoce que el futuro de la construcción naval siempre será incierto dado lo vulnerable que es por las circunstancias económicas mundiales. La competencia creciente de países como Corea y China ha hecho que se estanquen los precios y no haya más remedio que ir hacia los pocos mercados en lo que los países emergentes aún no están capacitados para entrar.

Con el cambio de siglo, el Astillero ha entrado en el mercado de buques de pasaje. "En cruceros podemos competir porque tenemos la calidad que a ellos les falta. Hacen barcos como churros, pero muy livianos", apunta Sánchez, quien coincide con Esteve Jaquotot en que hay razones para la esperanza: los nuevos medios de producción han reducido en un 50% el número de bloques necesarios para construir un buque y el proyecto de ampliación de la esclusa permitirá aumentar el mercado de las instalaciones sevillanas, limitado hasta ahora para barcos de menor tamaño.

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Sobre la firma

Reyes Rincón
Redactora que cubre la información del Tribunal Supremo, el CGPJ y otras áreas de la justicia. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactora de información local en Sevilla, corresponsal en Granada y se ha ocupado de diversas carteras sociales. Es licenciada en Periodismo y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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