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ELECCIONES EN RUSIA | Los contrastes de la era Putin

Política en el estadio

Pilar Bonet

La política y el deporte andan juntos en Yaroslavl desde que Rusia Unida, el partido de los seguidores de Putin, se ha fortalecido y pretende tener el liderazgo en la vida del Estado, de la provincia y del municipio. El fuerte de los seguidores del presidente no es la discusión intelectual, sino la vida sana. En Yaroslavl la clase política prefiere el gimnasio a la sala de conciertos o el teatro. Su lugar de reunión favorito es un gigantesco pabellón de deportes con capacidad para 9.000 espectadores, inaugurado en 2001, y que sólo es aventajado por otro semejante en San Petersburgo. El estadio de Yaroslavl, que fue construido por los finlandeses, es la sede del equipo de hockey sobre hielo local. Lokomotiv es campeón de Rusia y se permite el lujo de importar jugadores del extranjero. La élite política de Yaroslavl gusta de acudir a los partidos, que atraen a miles de hinchas de Moscú, y también de jugar en la selecta bolera del estadio.

El 14 de marzo se celebran en Yaroslavl elecciones al Consistorio municipal y a la Duma provincial, además de las presidenciales. Los dirigentes locales, con el gobernador Anatoli Lisitsin a la cabeza, están muy preocupados por el posible absentismo de los electores, que podría invalidar incluso las elecciones presidenciales, para las que se necesitan el 50% más uno del electorado. Las encuestas publicadas no reflejan el pánico real que revela la clase política de Yaroslavl entre bastidores. Fuentes próximas al Ayuntamiento creen que, de mantenerse la tendencia actual, votarían menos del 40% del censo. Para evitarlo, Lisitsin ha rogado a sus conciudadanos por televisión que acudan a las urnas "porque eso es muy importante para que yo pueda trabajar con el Gobierno federal". Efectivamente, si Yaroslavl no contribuye a la elección del presidente, el gobernador caerá en desgracia y la élite política moscovita que ahora le acoge le hará el vacío y no le dará ni un kopek extra. Ante esta perspectiva, las autoridades de Yaroslavl están dispuestas a llevar las urnas por las casas, a poner autobuses a los electores y a encargar dulces a precios baratos frente a las urnas. Todo vale para evitar que Putin se avergüence de sus fieles súbditos de Yaroslavl.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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