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Fox dice que Bush retirará los nuevos controles fronterizos con México

El presidente de EE UU augura notables obstáculos en el Congreso

Un año y medio después de cuando estaba previsto, el presidente mexicano, Vicente Fox, visitó este fin de semana a George W. Bush en su rancho de Crawford (Tejas). En la vía de recuperación de relaciones en la que ambos están después de que México negara hace un año respaldar la guerra de Irak en la ONU, Fox aseguró haber conseguido el compromiso de Bush de no aplicar las nuevas medidas de seguridad a los mexicanos que atraviesan en coche la larga frontera entre los dos países.

El mensaje del encuentro en el rancho es que las relaciones se restablecen y que los problemas entre los dos países son menos importantes que sus intereses comunes: "México y EE UU son más que países vecinos", dijo Bush. "Somos aliados en la construcción de un hemisferio americano más seguro, más democrático y más próspero".

Con los ojos puestos en las elecciones de noviembre, en las que la comunidad mexicana de EE UU jugará un papel importante en Estados como California, Nuevo México, Arizona y Tejas, Bush se comprometió -aunque la versión es de Fox, no del presidente estadounidense- a no aplicar las estrictas normas de control (huellas dactilares y fotografía) a los mexicanos que tengan tarjetas fronterizas y que cruzan varias veces por semana en coche. Sean McCormack, portavoz de la Casa Blanca, dijo que existe el compromiso presidencial, pero que faltan detalles por resolver. El nuevo sistema está en vigor desde enero y se aplica por ahora sólo en puertos y aeropuertos.

Otro de los asuntos de rentabilidad electoral para Bush, también celebrado por Fox, es la propuesta de la Casa Blanca de dar permisos temporales de trabajo a los ocho millones de inmigrantes irregulares -la mayoría, mexicanos- que trabajan en EE UU. Pero el propio Bush admitió que los obstáculos para que el Congreso apruebe a corto plazo las medidas son notables: "Estamos trabajando para conseguir un proceso migratorio seguro y ordenado, pero no sabemos qué es lo que puede ocurrir en un año electoral", dijo, aunque sí se sabe: se trata de un debate en el que, por razones distintas, no están interesados buena parte de los republicanos y los demócratas, con lo que la iniciativa queda aparcada desde el punto de vista legislativo y sirve sólo para intentar atraer votos hispanos. Como señaló con ironía Bill Richardson, gobernador demócrata de Nuevo México, "Bush ha invitado a Fox a que vuelva al rancho de Crawford; una propuesta de inmigración que desde hace tiempo piden los latinos ha estado sobre la mesa; seguramente es que estamos en año electoral".

Para que no haya dudas de que estamos no sólo en año electoral, sino en plena campaña, el demócrata John Kerry se atrevió a desafiar al presidente en Houston, territorio Bush donde los haya, a algo más de 300 kilómetros de Crawford. El senador fue incapaz de evitar el chiste fácil -"Houston, tenemos un problema"- y atacó al presidente donde más le duele: "Bush deja un rastro de cuatro años de promesas incumplidas" en economía y empleo. Bush contraatacó con uno de sus argumentos más populares: "Subir los impuestos dificultará que la gente encuentre trabajo". Lo que Kerry ha propuesto hasta ahora es eliminar las rebajas fiscales para los contribuyentes más ricos.

En San Antonio, Kerry -que quiere demostrar que no da el sur por perdido, aunque no debería hacerse ilusiones- aludió a los anuncios televisivos en los que Bush hace propaganda electoral con las imágenes del 11-S y dijo que el único liderazgo seguro del presidente era hacia "el declive económico". Los republicanos, por otro lado, han pedido a los canales de televisión que no emitan los anuncios contra Bush del grupo MoveOn.org, porque dicen que incumplen la normativa de financiación de campañas al hacer propaganda contra la elección del presidente con dinero no recaudado directamente para ese fin.

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