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LA POSGUERRA DE IRAK | La polémica sobre las armas

Métodos mafiosos

El libro pinta un cuadro en el que los políticos usan a sus respectivos servicios de inteligencia para vender a sus pueblos una mercancía -la guerra- mediante la exageración y la presentación de pruebas que no son tales, basadas en información de algunos desertores y opositores a Sadam. Por las páginas desfilan todos los personajes: Bush, Blair, cuyos aprietos a la hora de conseguir una segunda resolución de la ONU son patentes en sus contactos con Hans Blix, el vicepresidente Dick Cheney. Nadie queda en pie. Blix es más duro con aquellos con quienes ha tratado directamente. Uno de ellos es John Wolf, secretario de Estado adjunto para temas de Proliferación. Wolf representaba a EE UU en el colegio de comisionados, con quienes Blix analizaba paso a paso sus informes.

El 23 y 24 de febrero de 2003, relata Blix, el colegio de comisionados se reunió. "En esta sesión del que era un tranquilo grupo de expertos asesores se intercambiaron opiniones acaloradas, notablemente entre John Wolf y yo mismo sobre el contenido de mi documento base. Su tono podía haber sido más respetuoso. El desdén que mostró sorprendió a los otros miembros del colegio".

El choque tuvo lugar el 6 de marzo. Era un momento relevante. Blix preparaba su discurso del 7 de marzo ante el Consejo de Seguridad. Irak ya había destruido unos 70 misiles Al Samud. Wolf fue a ver a Blix. "Tiró sobre mi mesa fotografías de un avión no tripulado y de una bomba de racimo". El tema del avión no era nuevo. No habíamos llegado a ninguna conclusión

[sobre si se podían usar para dispersar armas químicas o biológicas]... No me habían informado de la bomba de racimo y le dije a Wolf que podía hablar con nuestros expertos sobre ella. Me preguntó si acaso no sabía lo que estaban haciendo mis empleados, y le repliqué que siempre que surgía algo importante me lo notificaban... Le pregunté de dónde había sacado aquellas fotografías y me dijo que no me lo iba a decir. Le dije que me molestaría si las hubiera obtenido a través del personal de Unmovic... No podía excluir la posibilidad de que los norteamericanos hubieran logrado romper la codificación de nuestra línea segura de fax, a través de la cual quizá se habían enviado las fotografías...". Blix señala más tarde que tanto los aviones como la bomba eran datos insolventes.

La otra bestia negra de Blix se llama David Kay, el inspector designado por Bush para hallar las armas de destrucción masiva que volvió con las manos vacías. Evocar su nombre desata la ira de un hombre tranquilo.

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