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PATÉ DE CAMPAÑA | ELECCIONES 2004

Una dama y dos pares de caballeros

Primer hecho diferencial catalán: aquí sí hay debate, y televisado, y a pelo, sin los cinco segundos de por medio, que esto no es Hollywood, aunque algún día lo será. Rabia rabiña. Segundo hecho diferencial catalán: el debate es a cinco, tutti quanti; los cara a cara nos parecen una simpleza intolerable. Cinco candidatos: de izquierda a derecha de la pantalla, con todos ustedes, José Montilla (PSC), Josep Antoni Duran Lleida (CiU), Dolors Nadal (PP), Joan Herrera (ICV) y Josep Lluís Carod Rovira (ERC).

Primer problema: ¿por qué en ese orden? Tal vez por estética, que es la que suele perdernos: la dama en posición central, los caballeros escoltándola, como en los musicales de Hollywood. Pero a partir de ahí el problema lo constituyen los caballeros. A la diestra de la dama -la izquierda para el televidente-, Duran. Se comprende: CiU ha dado su apoyo al PP en los últimos ocho años, es lógico que Duran le ceda el brazo. Sin embargo, Duran no parece cómodo con esa pareja de baile. Montilla, a la diestra de Duran -la extrema izquierda para el televidente-, destaca esa incomodidad desde los primeros compases de la charla, cuando, acusado por el líder de Unió de ocultar las siglas PSOE tras las del PSC, le espeta: "Usted, señor Duran, ha ocultado la gaviota durante ocho años". El musical gira hacia Chéjov.

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A la siniestra de la dama se sitúa la segunda pareja de caballeros: el primero es el joven Herrera, barba incipiente, sin corbata, polo negro -marca del ecosocialismo-, americana marrón oscuro. Realiza su primera intervención mirando a cámara, así se lo han recomendado sus asesores, pero luego la dama le irrita tanto que se olvida del objetivo y se dirige a ella, que se encuentra a su derecha -la izquierda para el televidente-. En posición de extrema derecha para el televidente, extrema izquierda con respecto a la dama, se sitúa Carod: camisa blanca y corbata a rayas, como Duran. Curiosa sintonía vestimentaria en el eje nacionalsoberanista: pero es sólo vestimentaria, pues pronto Duran ataca a Carod pidiéndole explicaciones de qué hace sentado allí cuando todo el mundo sabe que no ocupará escaño alguno en Madrid. Carod, crispado, acusa el golpe y acaba por reconocer que no sabe qué hará, que eso lo decidirá en función de los resultados del 14-M. Nuevo hecho diferencial catalán: presentarse para un puesto que no se ocupará.

Decididamente, no se entiende en qué orden se ha sentado esta gente: el tripartito dividido, dos por un lado, uno por el otro. La izquierda teóricamente más izquierda junto a la derecha más derecha, y el nacionalismo guardando distancias respecto al soberanismo. Qué raro. Tal vez los candidatos observan un orden capilar. Los que conservan el cabello -Herrera, Nadal- en el centro; los calvorotas -Montilla, Duran, Carod-, en los extremos. Ya, pero sigue siendo raro. Como raro es cuando unos y otros se ponen a exhibir cuadros estadísticos de colores: tartas, barras, gráficos. Alguien debería advertirles de que los televidentes no llegan a ver absolutamente nada. ¿Y si probaran con el power-point, que resulta tan ameno?

En fin, esto se acaba. Último hecho diferencial catalán: aquí nunca gana nadie en los debates. Tampoco pierde nadie. Está escrito en la propia coreografía. ¿A que no adivinan por qué? Porque no aspiramos a ganar el Oscar. Aspiramos a concederlo. Ya lo dijo Francesc Pujols, el filósofo que inspiró a Dalí.

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