Defensa alega que carece del documento de identificación de las víctimas del Yak-42
El general Navarro explica a una familia que no tiene copia del protocolo que firmó
Más de 24 horas después de conocer que al menos dos autopsias de las víctimas del accidente del Yak-42 no corresponden a los cadáveres supuestamente identificados, el Ministerio de Defensa carecía ayer de una explicación para este error. El jefe del equipo de identificación, el general Vicente Navarro, explicó a una de las familias afectadas que no podía comprobar la denuncia porque carecía del Protocolo de Examen de Cadáveres, Autopsia e Identificación incorporado al sumario que se sigue en Turquía, a pesar de que el documento lleva su propia firma.
La misma explicación fue transmitida a la segunda familia afectada, aunque no por el general Navarro, jefe de la División Logística-Operativa de la Inspección General de Sanidad del Ministerio de Defensa, sino por uno de sus subordinados.
La falta de este documento se reconocía de manera críptica en el comunicado que el Ministerio de Defensa difundió el miércoles por la noche, en el que se decía que se habían "dado instrucciones a la Embajada de España en Turquía para que solicite a las autoridades judiciales de ese país precisión absoluta sobre las tomas de muestras de ADN" de las víctimas del accidente, como si no estuviera suficientemente claro en el informe de la Fiscalía turca firmado en Trabzon a las 2.20 del 28 de mayo de 2003.
Las explicaciones no convencieron a las familias, que no comprenden cómo los generales Navarro y José Antonio Beltrán, subdirector general de Política de Defensa, pudieron firmar dos documentos tan importantes (el protocolo de autopsia y el certificado de entrega de restos) sin reclamar una copia de los mismos. Uno de los afectados expresó su sospecha de que el Ministerio de Defensa intente ganar tiempo para no reconocer el error antes de las elecciones del 14 de marzo.
Sin embargo, la ignorancia de Defensa sobre lo ocurrido en el tanatorio de Trabzon parace confirmarla el comunicado oficial difundido en la madrugada del pasado martes, para desmentir la información que ese día publicaban EL PAÍS y El Heraldo de Aragón. En dicho comunicado se sigue hablando de 75 cadáveres, cuando el protocolo de autopsia explica que en realidad eran 74, ya que el examen de los cuerpos determinó que los restos contenidos en dos bolsas, que inicialmente se creyó pertenecían a dos personas, correspondían en realidad a la misma, uno de los tripulantes ucranianos. En total, según el informe del sumario turco, el Yak-42 llevaba 12 tripulantes: 11 ucranianos y un bielorruso, al que se identificó más tarde.
Los dos generales españoles debieron ser informados de todos estos extremos, ya que contaban con un intérprete y firmaron los documentos en los que se describían detalladamente, pero no dieron cuenta de los mismos en los informes que redactaron y que fueron remitidos al Congreso. Tampoco contaron, como explica el protocolo, que se habían tomado muestras de tejidos de todos los cadáveres para cotejar el ADN con el de sus familiares.
Durante la tarde del día 27, el general Beltrán -que fue ascendido meses después a teniente general y actualmente está destinado en un organismo internacional en Suiza- se desplazó a la ciudad de Maçka para recuperar los objetos personales recogidos en el lugar del accidente. Aunque sus gestiones llegaron hasta los ministros de Defensa y Justicia turcos, estos le respondieron que había que seguir los cauces legales y esperar a la confección de un listado que sería remitido a la Embajada española en Ankara.
Entre los objetos recuperados se encontraban los relojes de casi todos los pasajeros del avión, que saltaron debido a la fuerza del impacto.
El Ministerio de Defensa, que distribuyó los objetos entre las familias, descubrió el verano pasado que había equivocado a los dueños de dos relojes. En aquel momento, Defensa decidió ocultar su error para evitar la situación embarazosa de tener que reclamar a una familia que devolviese el reloj, un asunto del que el diario El Mundo informó con amplitud.
Ahora, Defensa se enfrenta a una situación infinitamente más complicada: reconocer que se ha equivocado en la entrega de los cadáveres. Varias familias viven estos días con la angustia de pensar que el cuerpo de su pariente ha podido ser incinerado, lo que imposibilitaría deshacer el entuerto.
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