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Entrevista:PALOMA MARTÍNEZ | Doctora y licenciada en Filosofía | Apuntes | UN PASO POR DELANTE

"No vas a esperar a los 40 para cotizar"

Sacó la carrera en cuatro años, tras dejar Medicina, se doctoró en Alemania y ahora da clases de Sociedad, Cultura y Religión

Se dejó llevar más por lo que convenía que por su predilección, hasta que un día decidió cambiar. Y sentó sencillamente "como una bomba", recuerda la doctora y licenciada en Filosofía por la Universitat de València, Paloma Martínez, que había cursado Medicina durante dos años. "Mientras estudiaba Medicina me reservaba tiempo a diario para leer textos de Filosofía hasta que me fue imposible entenderlos por mí misma", confiesa esta doctora en Filosofía de 31 años. "Me picó el gusanillo a partir de COU, me fascinaban los textos de Rousseau, Platón y Kant", aunque añade que "las presiones familiares" y "la imagen social del filósofo como alguien loco, frente al médico respetable" lastraron su ilusión. Por si fuera poco su expediente de matrícula de honor en COU le situaba en el selecto grupo de quienes pueden matricularse en titulaciones inaccesibles para la mayoría por su alta nota de corte, como es el caso de Medicina.

Pero cuando entró en Filosofía quiso recuperar el tiempo perdido: "La saqué en cuatro años, haciendo primero y segundo en un año, sobre todo para que en casa no pensaran que el pasar de una carrera difícil a otra más fácil era un capricho". El maratón académico le supo a poco. "Pensé que quería seguir estudiando", afirma Paloma Martínez, que cursó el último curso de carrera como estudiante Erasmus en Alemania, cuna europea de la filosofía. Obtuvo una beca predoctoral, lo que le permitió durante cuatro años ser autosuficiente e independizarse. Al acabar la tesis, basada en el concepto de facticidad de Heidegger, pidió otra beca que disfrutó durante un año. Y así fue como encadenando convocatorias se metió casi súbitamente en 29 años. "Me apetecía mucho volver Alemania por eso solicité una beca posdoctoral, pero como no sabía si me la iban a conceder, aproveché para preparar oposiciones". Hizo doblete. La Consejería le concedió la prórroga para incorporarse un año más tarde al puesto de docente y aprovechó la beca durante ese tiempo. Cursar el segundo hubiera supuesto renunciar a la plaza de funcionario. Le parecía una "locura". Y añade que "lo de las becas está bien, pero no vas a esperar a los 40 años para empezar a cotizar a la seguridad social".

En este su primer año como docente batalla once horas semanales con la asignatura Sociedad, Cultura y Religión, alternativa a la Religión que imparte en un instituto valenciano para alumnos de ESO. "Los alumnos tienen una resistencia feroz a dar cualquier materia que tiene que ver con la religión, cuando han cogido la laica", dice. También lamenta "la mala estructuración" del temario y la desconexión del sistema "porque en cuarto, por ejemplo, empezamos la asignatura con la religión en la Ilustración, mientras el profesor de Historia explica el feudalismo". Además se le hace difícil mantener la disciplina en una asignatura que los alumnos perciben como la "maría". También disiente del temario "muy tendencioso" en algunos epígrafes: "Con un poco de hermenéutica se da a entender que el holocausto judío era una consecuencia del ateísmo del Estado".

Aunque se considera profesionalmente "una privilegiada" aspira a trabajar en la universidad. Pero ve escasas posibilidades, como consecuencia de las dificultades que plantea la LOU (Ley Orgánica de Universidades) para el acceso a la docencia y al descenso de alumno que ha provocado que las plazas de profesores jubilados se extingan.

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