Diversificación y banca
El mapa bancario en EE UU ha experimentado cambios notables. Las fusiones de Bank of America y Fleet Boston, y de Bank One y JP Morgan Chase, junto con Citigroup, ha dado lugar a una terna de holdings con un volumen conjunto de activos de 3,2 billones de dólares (casi cuatro veces el PIB español). El criterio que parece haber orientado estas decisiones estratégicas es la búsqueda de complementariedades geográficas y de negocio.
En EE UU el margen para alcanzar una mayor diversificación es amplio, puesto que diversas regulaciones prohibieron hasta 1994 las fusiones bancarias entre diferentes estados, y hasta 1999, las fusiones entre banca comercial y de inversión. Como resultado, el sistema ha permanecido muy atomizado. Los tres holdings concentrarán sólo el 20% de los depósitos domésticos. De hecho, a final de 2003 aún existían en EE UU más de 9.000 entidades de depósito, 2.000 más que el número de instituciones de crédito en el área euro, pese a que en este último caso se están considerando 12 sistemas bancarios cuya integración, en especial en el negocio minorista, es aún reducida.
¿Tienen sentido esas estrategias? Diversos estudios revelan que en EE UU hay una mayor especialización sectorial que en Europa. Si eso es así, la expansión de sus bancos por el territorio nacional debería permitirles lograr mayores cotas de diversificación del riesgo, pero la escasa evidencia disponible no permite extraer conclusiones firmes (Schuermann, 2004).
En lo que respecta a las complementariedades entre banca comercial y de inversión, está ampliamente documentado que esta última es un negocio volátil y mucho más procíclico que el de la banca tradicional. Sin embargo, algunos trabajos (Stiroh, 2002) apuntan que en EE UU la volatilidad de los beneficios derivados de la intermediación se ha reducido y que ha aumentado la correlación entre los ingresos típicos bancarios y el resto de negocios, poniendo en cuestión las ventajas de la diversificación desde la banca comercial hacia la de inversión. Con todo, la reducción de las barreras regulatorias y el avance en la innovación hacen que la pretendida separación entre ambos tipos de actividades sea cada vez más difusa e insostenible, y que toda institución bancaria de elevado tamaño aspire a ofrecer una gama de servicios cada vez más amplia en un mundo cada vez más global.
Carmen Hernansanz es economista-jefe de Banca, Sistema Financiero y Nueva Economía del Servicio de Estudios de BBVA.
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