Electorat narra el tiempo robado a los jóvenes chilenos en la dictadura
El escritor publica 'La burla del tiempo'
La necesidad de reírse del tiempo robado, de la adolescencia hurtada, de esos sueños que la dictadura consiguió interrumpir o cercenar, fue lo que llevó a Mauricio Electorat (Santiago de Chile, 1960) a escribir La burla del tiempo (Seix Barral). Es una novela en la que el autor ha recuperado la voz de la generación de jóvenes chilenos que durante la dictadura de Pinochet quisieron cambiar el mundo pensando que tenían en sus manos la solución. La obra logró el Premio Biblioteca Breve 2004.
El escritor, afincado en París, sentía que tenía una deuda con la historia de su propia adolescencia y quería contarlo, pero de forma irónica. "Tenía ganas hace mucho tiempo de abordar la adolescencia de esos jóvenes que fuimos en ese país lejano, perdido, que a comienzos de los ochenta vivía los años más grises de la dictadura de Pinochet. Esos adolescentes que nacen al mundo, a la conciencia social y política, en ese país horroroso".
En la novela, Pablo Riutort viaja desde París a Santiago de Chile para asistir al entierro de su madre. Este regreso es el punto de arranque de dos relatos paralelos. Uno que narra las vivencias de un grupo de adolescentes que milita en partidos de izquierda durante la dictadura de Pinochet, y el otro, que da cuenta del encuentro en París del protagonista con sus antiguos compañeros de universidad que fueron captados por el régimen.
A través de los diálogos de los personajes, el autor muestra "la ingenuidad y el arrojo con que los jóvenes quinceañeros se metían en un partido político. La ignorancia nos llevaba a la osadía de militar en la izquierda justo cuando estaban desapareciendo personas y se torturaba a la gente. Se corrían riesgos reales de los que nosotros no éramos conscientes. Los adolescentes en esos primeros años ochenta en Chile estaban abocados a vivir una situación excepcional que para ellos era la normalidad. Me parecía un tema muy interesante para tratarlo literariamente".
La burla del tiempo plantea en tono irónico la relación entre los intelectuales europeos y chilenos de esa época. "La relación era doble. Por una parte, los intelectuales chilenos miraban hacia Europa, y sobre todo hacia Francia, y, por otra, los intelectuales franceses consideraban a América Latina como su laboratorio. Pontificaban sobre cómo hacer la revolución, cómo debió haber actuado Allende, pero al mismo tiempo desconocían lo que era América Latina. La relación de tópicos de unos sobre otros es inmensa. Hablo de cómo creemos conocernos y en realidad no tenemos ni idea unos de los otros".
Mauricio Electorat utiliza en su novela un peculiar estilo de lenguaje con el que pretende recuperar los modismos chilenos. "Es un ejercicio con la particular forma de hablar español de los chilenos. Mi apuesta fue hacer una novela escrita en chileno, y que al mismo tiempo sea comprensible para un español o para un argentino".
La burla del tiempo es, para Electorat, "una novela de diálogos y epistolar. Me pareció que un escritor tiene hoy una tarea complicada, que es la de seducir al lector durante 300 páginas y conseguir que lea en vez de conectarse a los 40 canales de televisión que tiene a su alcance con sólo mover un botón. Es decir, cómo engancharlo y retener su atención. Pensé que el diálogo era lo más difícil, pero también lo más atractivo. Si entras en la novela no la dejas. Los diálogos te atrapan".
El escritor utiliza la ironía porque cree que es la mejor manera de abordar el pasado. "Todos nosotros, la gente de mi generación, tenemos la sensación de que de alguna forma nos robaron la adolescencia. Parece una locura que un grupo de muchachos de 15 años estuviesen hablando de si la solución para derrocar a la dictadura era la vía armada o la política. Queríamos ser adultos antes de tiempo. La dictadura nos hizo ingresar a patadas en la madurez. Vivíamos una situación excepcional pensando que así eran las cosas cuando en realidad se trataba de una situación aberrante y anómala".
Babelia
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