Vivienda reservará pisos en los sorteos a demandantes sin suerte
El cupo se guardará para quienes lleven cuatro años presentándose
Los sorteos de viviendas de protección oficial contarán a partir de este mismo año con un nuevo cupo reservado: el de los ciudadanos que llevan cuatro años participando en estos eventos sin suerte. Para ellos se habilitará una reserva en los sorteos que Vivienda y los ayuntamientos tienen previsto organizar en los próximos meses. Esta reserva, establecida por la consejería, se suma a las cuatro que ya están en vigor: minusválidos, familias numerosas, familias monoparentales y menores de 35 años. Así, casi todos los participantes quedarán asignados a algún cupo.
En los grandes sorteos, aquellos que se celebran en las capitales y los municipios más poblados, se establecerán siempre los cinco cupos citados, mientras que en el resto de localidades ello dependerá de las características de la promoción que se sortee y de la demanda de pisos que exista en cada municipio. El departamento que dirige Javier Madrazo tiene previsto sortear durante este año un total de 3.011 viviendas, una cifra récord. Pese a todo, se trata de un número insuficiente para cubrir las necesidades de los ciudadanos. Cerca de 80.000 personas están inscritas en el registro de demandantes de vivienda de Etxebide, el organismo que se encarga de regular los sorteos.
Ese exceso de demanda respecto a la oferta causa insatisfacción en las familias que no resultan agraciadas, que son la mayoría. Un informe del propio departamento constata que el 65% de las familias aspirantes no cree que las viviendas de protección oficial se otorguen a quien realmente las necesita y que sólo uno de cada cuatro vascos tiene plena confianza en los sorteos a la hora de adjudicar las casas. El director de Gestión y Planificación del Departamento de Vivienda y responsable de los sorteos, Javier Burón, defiende la bondad del sistema y afirma con rotundidad que donde no hay un sorteo se produce un "fraude generalizado".
Burón entiende la insatisfacción de las personas que no tienen suerte en los sorteos, según ha declarado a EL PAÍS. "Este año sortearemos más de 3.000 viviendas para cerca de 80.000 demandantes. El número de insatisfechos será mucho mayor que el de agraciados. Hasta cierto punto, hay una batalla perdida porque, a pesar de tener cifras récord en producción de viviendas protegidas, no somos capaces de resolver el problema de uno año para otro, ni en el próximo lustro", indica.
Por ello, el director de Gestión sostiene que el sorteo es el procedimiento que mejor garantiza la transparencia y la igualdad de oportunidades, sin perjuicio de que "si alguien sugiere un sistema mejor, el Gobierno está dispuesto a estudiarlo". "Pero hasta la fecha, sólo hay quejas y nadie hace propuestas para mejorarlo", explica.
Burón resalta la idea de que un sorteo no es "una rifa", sino que se trata de algo "muy serio". Para poder participar hay que estar inscrito en el registro de demandantes de vivienda y ello exige una serie de requisitos, más severos que en otras comunidades autónomas: estar empadronado en Euskadi, ganar menos de 33.100 euros anuales y no ser titular de una vivienda en los dos últimos años. "No se trata de sorteos puros, con lo que se destierra la idea de que un piso le puede tocar a cualquiera. Hay unos filtros de renta y una serie de colectivos están protegidos a través de cupos, como es el caso de los jóvenes", puntualiza el alto cargo. Por ejemplo, sólo se sortea la vivienda social en alquiler entre quienes ganan menos de 18.000 euros si viven en una de las tres capitales y 12.000 euros en el caso de residir en el resto de municipios.
En la actualidad, el departamento está elaborando una norma para conseguir que todas las viviendas de protección oficial que se construyen en Euskadi se adjudiquen por medio del sorteo. Hasta cuatro agentes diferentes construyen pisos protegidos en Euskadi: el Gobierno, la iniciativa privada, los ayuntamientos y las cooperativas de viviendas de protección oficial. Los tres primeros ya se rigen por la fórmula del sorteo y tan sólo escapan algunas cooperativas, aunque se trata de un fenómeno residual.
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