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Eduardo Balanza relaciona en sus fotografías violencia y éxito mediático

El espectador comienza observando las fotografías de Eduardo Balanza y acaba disertando sobre la ambivalencia entre bien y mal y el habitualmente antitético comportamiento humano. El artista murciano maneja una palabra de creación propia -topmodelización- y plasma en sus imágenes de gran formato ficciones que contraponen el instinto animal y el espíritu racional del hombre.

La galería Carlos III de la Universidad Pública de Navarra alberga hasta el 21 de marzo un conjunto de obras que, según su autor, no deberían sorprender. La agresividad de ver a una novia armada con una pistola o a un ser humano oculto bajo una inquietante máscara de lobo es un paisaje habitual en los hogares a la hora de comer. Así lo subraya Balanza, un joven creador con amplia experiencia en el mundo publicitario. Sus personajes reproducen en una galería de arte la misma perplejidad que debería generar, pero no genera, en los ciudadanos contemplar en apenas unos minutos de informativo el horror de una guerra junto al artificioso caminar en la Pasarela Cibeles.

"Escojo la moda como un punto de partida para un campo de batalla", afirma Balanza. "Utilizo los catálogos y la publicidad de moda para experimentar con la tendencia hacia la topmodelización del mundo", añade. Top model es el título de la muestra y el concepto de una realidad aterradora que el fotógrafo quiere plantear como reflexión. "Hoy en día hay que ser un top model. Si eres un terrorista debes asemejarte a Bin Laden, si eres presidente de un Estado debes imitar comportamientos de líderes mundiales. Todo se enfoca a la pasarela mediática porque el ser humano se ha convertido en espectador del mundo".

Algunas piezas de la exposición acaban de pasar por Arco. Las series La virgen de la Adidas (2003) o El lobo solitario (2003), junto a trabajos como Mujer bomba, Sara o Mujer hermosa tachada constituyen ejemplos de lo que denomina "la moda del combate". "La guerra es una tragedia para todos. Es unánime la repugnancia suscitada por los desastres bélicos", escribe Ignacio Ruiz en el catálogo de la muestra. "Sin embargo, hay algo atractivo, algo perverso y difícilmente confesable: la fascinación que provoca en el hombre". Para ser un héroe de guerra hay que ser guapo como el Che Guevara o Lawrence de Arabia o someterse a un proceso de lavado de imagen. "Los soldados estadounidenses posan ante las cámaras. El primer mundo hace espectáculo de la guerra", indica el autor.

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