Una segunda vida
¿Qué le ocurre a una mujer cincuentona (Keaton) cuando, después de muchos años de cerrar las puertas a cualquier historia de cama, se sorprende de pronto transida de amor por quien menos lo espera..., nada menos que el maduro aspirante a amante (Nicholson) de su hermosa, treintañera hija (Peet)? He aquí un punto de arranque más que prometedor para esta película, la tercera dirigida por la reputada guionista Nancy Meyers, una actualizada women's picture -también lo era su título anterior, Lo que piensan las mujeres- con todos los ingredientes del caso: personajes sólidamente retratados, estructura y modos de comedia clásica, diálogos ingeniosos, ambientes de desenvuelto bienestar económico.
CUANDO MENOS TE LO ESPERAS
Dirección: Nancy Meyers. Intérpretes: Jack Nicholson, Diane Keaton, Amanda Peet, Keanu Reeves, Frances McDormand. Género: comedia, EE UU, 2003. Duración: 128 minutos.
A priori, la trama debe salvar algunos escollos de esos que jamás lo serían para una comedia europea, pero sí lo son en la más pacata versión americana "para todos los públicos": cómo hacer para pasar de ser el amante de la hija al enamorado de la madre es uno, y no el menor. Meyers lo resuelve de manera un tanto mojigata y expeditiva, entre otras cosas porque lo que más le interesa (y eso lo entiende perfectamente su actriz principal, que realiza el que probablemente sea el mejor papel de toda su ya larga carrera) son los matices que afectan a sus personajes: si estamos ante una película "de señoras" es justamente por eso, por el interés que la cineasta pone a la hora de hacer creíbles las reacciones de sus criaturas femeninas, a la hora de mostrar cómo una pequeña ceremonia doméstica se eleva a categoría de símbolo, de retratar de qué forma, sin falsos rubores, el amor otoñal se reviste con los mismos ropajes del enamoramiento adolescente.
Ahí está justamente lo mejor del asunto, y de ahí, igualmente, la más que merecida nominación de Keaton por su trabajo. En los guiños, en las vacilaciones juveniles de su personaje, más que en una trama que regala por igual a hombres y mujeres la posibilidad del amor a edades tardías (contra pronóstico, o para enredar un poco más las cosas, Reaves se enamorará perdidamente de Keaton), está la posibilidad de pasar un buen rato. Cierto, a condición de perdonarle a Nicholson su ya inevitable galería de grandes tics y medias sonrisas irónicas (aunque su juego con la Keaton y con Peet resulte en ocasiones regocijante), y de pasar por alto un final que acaba así porque la tiranía del productor lo impone.
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