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El 79% de los trabajadores vascos tiene que renegociar este año sus convenios sectoriales

La discusión del acuerdo del Metal en Álava abre esta semana un ejercicio difícil

Pedro Gorospe

Más de 227.000 de los 286.000 trabajadores vascos sujetos a un convenio sectorial (el 79,4%) tienen que renovarlo este año, un ejercicio que tanto la patronal como los sindicatos prevén bastante difícil. La constitución, el pasado jueves, de la mesa alavesa del Metal, el sector más importante que debe renegociar su convenio este año en las tres provincias, va camino de convertirse en una de las claves de la negociación colectiva en Euskadi. El año pasado, la negociación del Metal en Guipúzcoa se cerró con un rotundo fracaso en medio de movilizaciones de las centrales nacionalistas. Mientras, en Álava el precedente es un acuerdo en minoría firmado por UGT y CC OO.

Esta misma semana se reúne por vez primera la mesa del Metal de Álava, en la que van a confrontarse cuatro planteamientos: ELA y LAB han presentado finalmente una plataforma unitaria, CCOO y UGT van cada uno de su lado y la patronal provincial SEA, que este año sienta en la mesa a negociadores fogueados sin intereses en el propio sector, en una muestra clara de que 2004 va a ser un año clave.

La situación económica de las empresas comienza a ser mejor, pero no están dispuestas a perder beneficios, exiguos en muchos casos, o a sacrificar inversiones a costa de elevados aumentos de sueldo si estos no van ligados a un incremento de la productividad que también cae en Euskadi.

Con ese objetivo, el SEA recibió de las centrales sus ofertas para este nuevo convenio, cuya duración los sindicatos pretenden limitar a uno o dos años a lo sumo. Las centrales nacionalistas y CC OO optan por un año, mientras que UGT, que es en Álava la segunda fuerza, aceptaría un pacto para dos años. La patronal alavesa les planteará una plataforma para el próximo lustro con subidas salariales limitadas al IPC más cláusula de revisión, frente al IPC más tres puntos que solicitan todos los sindicatos.

Sin embargo, las principales batallas no van a encontrarse ahí. ELA se ha embarcado en una batalla para limitar las subcontrataciones, evitar la flexibilidad, reducir las jornadas y tasar los porcentajes de fijos y laborales. En ese terreno, la patronal no está dispuesta a ceder ni un milímetro y amaga con limitar la vigencia de los convenios a su duración real, incluyendo en tal vigencia incluso todo su articulado, una cuestión tabú para las centrales.

La primera batalla se produce justo después de conocerse los resultados oficiales de las elecciones sindicales de 2003, que cimentan la hegemonía de ELA, aunque ceda un exiguo 0,30%. Comisiones Obreras sigue subiendo y se instala en el segundo lugar, si bien con la mitad de representación de la central nacionalista. LAB también aumenta, mientras que UGT confirma la tendencia del trienio y desciende un poco más. Lo sustancial es que no se registran cambios significativos y que ELA y LAB confirman su unidad de acción para negociar frente a CCOO y UGT. La central que dirige José Elorrieta sigue abanderando una estrategia de no firmar convenios sectoriales para trasladar la batalla a las empresas. La respuesta de los no nacionalistas ha sido firmar convenios de eficacia limitada. Ese esquema, que afecta a más de uno de cada cinco trabajadores vascos, es más que posible que este año se consolide como la única manera de evitar un salto cualitativo en la conflictividad de las relaciones laborales.

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Sobre la firma

Pedro Gorospe
Corresponsal en el País Vasco cubre la actualidad política, social y económica. Licenciado en Ciencias de la Información por la UPV-EHU, perteneció a las redacciones de la nueva Gaceta del Norte, Deia, Gaur Express y como productor la televisión pública vasca EITB antes de llegar a EL PAÍS. Es autor del libro El inconformismo de Koldo Saratxaga.

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