Desobedientes
Uno va en su coche por Madrid, delante circula otro a velocidad reducida, realiza movimientos extraños, se diría que el conductor... ¡no!, no va borracho. Simplemente conduce, sonríe y habla por el móvil. ¿Hay algo peor que el alcohol para conducir? Sí: hablar por el teléfono móvil. Dicen los expertos que el cerebro es incapaz de asimilar simultáneamente las dos actividades. Conducir bebido se paga ya con la retirada del carnet y, en su caso, con la cárcel.
Procede análoga sanción para los que, desobedientes, se empeñan en compatibilizar conducción y móvil. Pero, además, hay que cortarles la línea telefónica, igual que cuando no pagan las facturas. En la carretera la factura es más cara y la pagamos todos. Muchas veces con la muerte. Y ya está bien de tragedias.
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