Estilo y aromas en una escenografía de bambú
MOO, un restaurante en el hotel Omm de Barcelona con asesoramiento de Joan Roca
Al entrar en el hotel Omm, la recepción casi pasa inadvertida. Desde que se traspasa la puerta giratoria, todo incita a avanzar por un espacio diáfano que recuerda una gran discoteca. Primero, el ámbito dedicado a El Mordisco, restaurante informal con una barra transversal donde se sirven cócteles y vinos. A su alrededor, mesitas de poco vuelo. Al fondo, sin más obstáculo que una gasa metálica, el restaurante Moo, rematado por grandes cristaleras y unas cepas de bambúes gigantes con detalles de diseño.
La sensación que produce este loft al mismo ras de calle es impresionante. Proyecto de mérito que rubrica el arquitecto Juli Capella y ha impulsado el Grupo Tragaluz, que en Barcelona explota otros restaurantes de éxito. Para comer, la firma de los hermanos Roca, o, lo que es igual, la asesoría del genial Joan Roca, uno de los mejores cocineros de España. Imposible olvidar que su restaurante El Celler de Can Roca (Girona) roza la gloria con merecimiento. Pero, tal y como sucede en todas las asesorías de relumbre, la desilusión surge cuando se espera el original, y el comensal se tropieza con una triste fotocopia.
MOO
MOO (hotel OMM). Roselló, 265. Barcelona. Teléfono: 934 45 40 00. No cierra. Precio aproximado por persona, entre 50 y 70 euros. Coca de aceitunas con atún, 10. Merluza con avellanas, 14. Cochinillo confitado con cebollitas, 12. 'Mousse' de chocolate forastero, 6.
Pan ... 5,5
Café ... 6,5
Bodega ... 7
Ambiente ... 7
Servicio ... 6,5
Aseos ... 6
Aunque los Roca hayan empeñado su nombre, es imposible que su cocina afiligranada pueda materializarse en un lugar semejante. Cierto que tampoco lo pretenden. Aun así, su estilo delicado planea sobre una carta que pone a punto Felip Llufrin con escaso acierto. Lo peor es que en todas las propuestas se aprecia una sobrecarga aromática, detalle de altísimo riesgo. Hasta tal punto que, en especialidades concretas, las especias y las hierbas ahogan el ingrediente principal, relegándolo a un segundo término.
Perfumes húmedos y terrosos
Los hechos son irrefutables. Resulta muy discutible el papel de la trufa negra, rebosante de perfumes húmedo-terrosos, en medio de una sopa de menta. Tampoco sale bien parada la coca de aceitunas con atún, en la que el pescado desaparece entre las fragancias de los frutos rojos y la pimienta verde. Ni convencen los tacos de vaca al whisky Lagavulin, cuyas notas de turba yodada desfiguran la propia carne. Aunque en los filetes de merluza con cilantro los aromas están matizados, el foie-gras de pato con rosas y lichis, bastante vulgar, pasa con más pena que gloria. Un gran escenario urbano en el que Joan Roca tendrá que emplearse a fondo si no quiere ver perjudicado su elegante prestigio.
Decepcionan asimismo dos aspectos ambientales: la penumbra que padecen determinadas mesas y el ruido exagerado de la sala, que, a pesar de su amplitud, impide mantener conversaciones sosegadas. Algo inexplicable entre tanto diseño.
MENÚS Y BODEGA
COMER EN MOO presupone aceptar las pautas de la casa. En la carta se advierte que todas sus especialidades se sirven en medias raciones.
A efectos de montar los menús
y de calcular su repercusión en las facturas, casi hay que doblar los precios reseñados. Si se solicitan cuatro medias raciones y un postre
es difícil bajar de 60-90 euros, incluidos vinos y extras. Su aparente moderación es totalmente engañosa. Lo mejor de Moo es el servicio del vino y los maridajes que la casa propone. Para cada especialidad sólida se sugieren contrapuntos líquidos. Vinos estudiados que se especifican a continuación de cada receta, se sirven por copas, se tarifan de manera independiente y se han escogido en función de sus notas minerales, toques frutales o acentos torrefactados con objeto de realzar los platos y no desentonar entre tantas fragancias. Todo un ejercicio de estilo. Otra opción interesante
es optar por alguno de sus dos menús. El Moo (30) incluye tres platos y postre. El denominado Joan Roca (60), cuatro propuestas saladas y dos postres. Ambos se pueden completar con los vinos recomendados,
surtido que supone un suplemento
de 20 euros. Aunque la bodega se reordenará en breve según una clasificación novedosa (enólogos elaboradores y tipos de suelos
de las zonas productoras), el fondo
de marcas actual es bueno y revela amplios conocimientos vinícolas.
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