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Reportaje:LOS PROBLEMAS DE LA VIVIENDA EN MADRID

"Queremos que nos den nuestras casas de una maldita vez"

Algunos vecinos del nuevo barrio de Carabanchel, dispuestos a pagar lo que sea a pesar de las malas condiciones de la zona

J. A. Aunión

Cristina lleva tres años pagando 480 euros de alquiler. Desde 2001, cuando le tenían que haber entregado su vivienda de protección oficial en el nuevo barrio de Carabanchel. La compró en 1998 por 84.000 euros, que al final se han convertido en algo más de 96.000. Ya pagó subida por encarecimiento de materiales y por gastos financieros y asegura que ahora su promotora, Caisa, que promociona 1.355 viviendas, les ha mandado una carta a los vecinos condicionando la entrega de su piso a la firma, por parte de todos ellos, de la aceptación de otra subida del precio final. "Algunos hemos decidido firmar porque nos da igual. Lo que queremos es tener el piso de una maldita vez".

Otros, aconsejados por sus abogados, se han negado a firmar todas las subidas. "Nos cobró el módulo de 2001 [el precio que fijó en ese año la Comunidad de Madrid] y ahora nos quiere hacer pagar la subida del módulo de 2002 para justificar los otros gastos que nos cobró y que no estaban justificados", se indigna Roberto, otro afectado.

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Algunos, cuando compraron sus pisos no estaban casados... y ahora sí lo están. O no tenían hijos, y ahora los tienen. "Ha pasado mucho tiempo y la gente se cansa de esperar y abandona. Eso es lo quiere la promotora", se queja amargamente Cristina.

Unos y otros comparten desde hace años sus frustraciones y enfados en foros a través de Internet y con un aluvión de cartas a los periódicos. Miles de damnificados han inundado la Red con información sobre el PAU de Carabanchel y sobre Caisa. Sus quejas destilan grandes dosis de enfado y desesperación.

Juan no tendría por qué saber nada de la empresa Caisa ni de su dueño, Manuel Dapena. Y sí lo sabe, aunque ha comprado su piso, terminado desde hace seis meses, con otra constructora. No puede acceder a él hasta que no se termine la urbanización del terreno, de la que se encarga la Junta de Compensación presidida por Dapena como máximo accionista. Hay otros 700 pisos, aproximadamente, en la unidad de ejecución 2 (UE-2) en esa situación. Cuando reclaman información a las promotoras o al Ayuntamiento, las respuestas son dispares.

El tiempo pasa y sus casas no llegan. La hermana de Juan, embarazada de siete meses, ya ha recibido incluso las llaves. Según sus abogados ha cometido un error, ya que el PAU está en una situación lamentable, y ahora la promotora se puede desentender del asunto o pedirle el pago de servicios como el de seguridad.

Lo primero que hay a la entrada del nuevo barrio, tras rebasar la garita de los guardas de seguridad, es un montón de bancos apilados en medio de la avenida principal. Alrededor, obreros trabajando a toda prisa y camiones que entran y salen continuamente. Al otro lado, algunos pisos de la UE-1 que se acaban de empezar a construir. Subiendo por la avenida, las calles presentan múltiples desperfectos, como socavones, y las líneas de las calzada están completamente borradas. "Claro, esto estaba hecho hace más de un año y no dejan de pasar camiones", afirma Félix que, si hay suerte, será otro de los futuros vecinos de la zona.

Hacia el final de la avenida se llega a unos de los parques, supuestamente ya construido pero con una máquina trabajando sobre el terreno, que ya se ha hundido varias veces. "Y eso que todavía no pasa nadie por aquí", suspira Félix. Frente a este parque, muy cerca de la M-40, se halla la zona donde estará ubicada la guardería infantil, hoy ocupada por unas casetas de las empresas promotoras y un improvisado aparcamiento de coches.

Entre las futuras escuelas y la M-40 está lo que ha quedado del proyecto del Parque Lineal. Sobre la tierra removida reposan varias máquinas excavadoras. "Esas máquinas llevan ahí paradas desde hace... ni se sabe". Sólo unos metros hacia arriba, el carril de incorporación desde la M-45 hasta la M-40 casi roza la acera. Apenas queda hueco como para construir un carril más, que es lo que contempla el proyecto de ampliación de la M-40 del Ministerio de Fomento. "Nos enteramos fuera de plazo y no pudimos presentar alegaciones en contra", dice Juan, que recuerda cómo respondieron desde el Gobierno regional a una pregunta de IU en la Asamblea: "En el PAU de Carabanchel no ha habido merma de zonas verdes y velaremos porque no las haya".

En ese mismo tramo de lo que ya no será el parque, la Plataforma del PAU de Carabanchel, de la que forman parte Roberto, Juan y Félix, hizo el año pasado un acto simbólico de plantación de árboles -en el que participó la concejal de IU Inés Sabanés- para exigir que les entregaran sus casas y denunciar el deterioro del proyecto urbanístico. "El Ayuntamiento, que nos iba a ayudar en un primer momento, se echó atrás, y pudimos conseguir 200 árboles gracias a Ecologistas en Acción", comenta Roberto.

El próximo día 29 repetirán la acción. Nuevamente Ecologistas en Acción les prestará su ayuda. Pero tendrán que cambiar de escenario, ya que esa zona es hoy un auténtico estercolero, lleno de escombros, bolsas de plástico. "Esto va a ser insufrible en hora punta. Entre la M-45, la M-40 y la R-5, se va a convertir en el nuevo nudo sur de entrada a Madrid", se queja Roberto. Su casa está justo al otro lado de la calle y, por el momento, no hay ningún proyecto para insonorizar las viviendas.

Pero las carreteras no van a ser la única fuente de ruidos. Hacia el norte, en un lateral del barrio, está el aeródromo de Cuatro Vientos. Su pista señala directamente hacia las viviendas. Todos los aviones y avionetas que despeguen o aterricen pasarán muy cerca de los edificios. Tan cerca que en las casas que se están haciendo en esa zona fue preciso cambiar las grúas por minigrúas para evitar problemas. Los vecinos expresan, además, su preocupación porque se trata de uno de los aeropuertos más transitados de España y, además, de un centro de entrenamiento de pilotos.

De vuelta hacia la entrada del PAU, se ven a lo lejos varias promociones de la Empresa Municipal de la Vivienda (EMV). Una de ellas es la que el concejal delegado de Vivienda, Sigfrido Herraez, enseñó a los periodistas hace 15 días porque es una de las edificaciones más modernas que existen: casas hinchables, convertibles en espacios diáfanos gracias a sus paredes extendibles y escondibles. Herráez afirmó que 64 de esas casas serían entregadas en un mes a sus inquilinos.

Pues bien, aunque las entreguen, sus propietarios no podrán habitarlas hasta que la Junta de Compensación, presidida por Manuel Dapena, no termine las obras de urbanización de la zona. Según los vecinos, Dapena ha retrasado su finalización todo lo que ha podido. "A ver si ahora, por fin, termina lo que haya que terminar y podemos disfrutar ya de nuestras casas", suspiran Felix, Roberto y Juan. Y Diego, y Estela, Isabel, y Cristina...

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Sobre la firma

J. A. Aunión
Reportero de El País Semanal. Especializado en información educativa durante más de una década, también ha trabajado para las secciones de Local-Madrid, Reportajes, Cultura y EL PAÍS_LAB, el equipo del diario dedicado a experimentar con nuevos formatos.

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