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El Artium sigue apostando por mezclar vanguardia histórica y juventud

La colección suma obras de Eugenio Granell, Sicilia o Manu Arregui

Eugenio Granell, José María Sicilia y Manu Arregui son tres vértices necesarios para comprender el arte contemporáneo español. Granell representa la vanguardia histórica, Sicilia lo contemporáneo reconocido, y Arregui el futuro todavía incierto. Forman parte de la nómina de 30 artistas de los que el Artium compró obras el año pasado con el fin de completar su reconocida colección de arte contemporáneo español. La sala Norte del museo vitoriano exhibe desde ayer una amplia selección de estas adquisiciones.

Las nuevas piezas del Artium responden a los tres criterios con que se ha ido conformando desde 1975 esta colección de arte contemporáneo: completar, en la medida de lo posible, las vanguardias históricas que se desarrollaron entre el segundo y el quinto decenio del siglo XX; consolidar la ya afianzada selección del último medio siglo pasado, e incorporar obras de nuevos valores.

Javier González de Durana, director del museo, insistió en recordar esta línea de trabajo que su equipo asumió como propia cuando se hicieron cargo de continuar con el legado de 25 años. En estos dos años la colección permanente ha aumentado un 20%. En 2003, las obras adquiridas fueron 69, por un total de 790.000 euros, compradas sobre todo a galerías de arte.

También se ha acudido a subastas, sobre todo cuando se trataba de artistas históricos como Gerardo Rueda, Gutiérrez Solana o Martínez Ortiz de Zárate. Otras piezas importantes se han conseguido gracias a donaciones, como el caso de obras de Oteiza y Ruiz de Infante.

En la muestra están presentes la mayor parte de estas adquisiciones, todo un reto a la hora de buscar la convivencia entre tiempos, artistas, soportes e intereses creadores tan diversos. La solución es un itinerario inverso en el tiempo y el espacio, con la correspondiente desaceleración en la velocidad con la que se contempla. Se comienza con lo último, una Columna de Maider López Sáenz, el desasosegante vídeo de Manu Arregui On my own, o Tournants, de Asun Goikoetxea; para pasar a una sala dominada por la fotografía en la que se muestran trabajos de Gaüeca, Bleda y Rosa, Antoni Miralda o Ángel Marcos.

El siguiente paso necesita su tiempo, el necesario para contemplar los grandes lienzos de Ferrán García Sevilla, José María Sicilia, Alfonso Gortázar o Soledad Sevilla, sin olvidar el sugerente Instrumento de viento (técnica mixta), de Ruiz de Infante. Todas ellas comparten espacio con seis grandes fotografías de Humberto Rivas, un verdadero friso contemporáneo.

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De los contemporáneos consagrados se salta a los clásicos de la vanguardia. Para la contemplación de su obra se precisa mayor recogimiento y así lo ha entendido Daniel Castillejo, responsable de la colección permanente y comisario de la muestra, que ha dejado para el final el plato más complejo, sin el que es posible comprender todo lo precedente. El expresionismo de Gutiérrez Solana, la abstracción de Gerardo Rueda, el cubismo del bilbaino Martínez Ortiz de Zárate o el surrealismo de Eugenio Granell acogen en su seno una escultura de Antoni Tàpies, una referencia de la vanguardia siempre.

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