La Tate Modern de Londres recupera la esencia de la creación de Brancusi
La galería británica reúne 40 esculturas en mármol y madera y 30 fotografías del artista
Reina un sentimiento de euforia en la Tate Modern en torno a la exposición que dedica a Constantin Brancusi (Hobita, 1876-1957). Con una muestra íntima, de unas 40 esculturas -en mármol y madera mayoritariamente, que representan cerca del 20% de la herencia plástica que se conserva del artista- y 30 fotografías, la galería de Londres brinda un homenaje a uno de los escultores más significativos del siglo XX. Las obras, seleccionadas por Carmen Giménez, representan la "esencia" de la creación de este artista rumano, que se asentó en París hace ahora 100 años.
"Son trabajos muy frágiles, superdelicados, que viajan con mucha dificultad", observa Vicente Todolí, director de la Tate. "Desde su muerte, en 1957, sólo se han montado cinco grandes exposiciones", apunta Matthew Gale, comisario por parte de la Tate. Y, como señala Carmen Giménez, convencer a los grandes propietarios de brancusis para que presten sus obras es una "tarea ardua". Ella lo ha logrado dada su estrecha relación con el Museo Guggenheim de Nueva York, institución que conserva 11 esculturas de Brancusi y donde ejerce de comisaria en arte del siglo XX. Ya en su etapa en el Reina Sofía de Madrid, Giménez presentó esas piezas en el museo madrileño. "No es una retrospectiva, sino una exposición de lo esencial en Brancusi. Es una selección muy precisa para hacer hincapié en la esencia de su arte", apunta Giménez haciéndose eco de su propio subtítulo, La esencia de las cosas. La distribución temática de la muestra ilustra con claridad el progreso del artista hacia la pureza. En una sala se concentran una serie de cabezas que van perdiendo progresivamente sus rasgos distintivos hasta llegar a la forma ovulada, signo de identidad en Brancusi. En otra, torsos pulidos en mármol adquieren formas fálicas, como es el caso de Princesa X.
En el desarrollo orgánico de las piezas, el escultor introdujo otro concepto novedoso: los pedestales como parte integrante de la escultura y punto de conexión con la tierra. Le sirven, además, en su afán por alcanzar el infinito tanto en sus esculturas de madera como en sus sublimes tallas de pájaros. "Se aprecia una aspiración espiritual en la obra de Brancusi que invita a la meditación. Por ello, en cierta forma, el término abstracción resulta insuficiente a la hora de describirla. Es algo mucho más profundo", admite Gale.
La luminosidad de sus pulidos mármoles también está presente en las tallas de madera. Pero Brancusi esculpe los bloques enérgicamente. Hay algo cómico en figuras como Jovencita francesa, prehistórico en Rey de reyes, sublime en El gallo. Y del conjunto de las esculturas emana una sensación de fragilidad, de equilibrio precario, como si las figuras estuvieran a punto de volar o desmembrarse.
El diseño de la exposición, de Juan Ariño y Marta Elogiarra, está inspirado en las fotografías que Brancusi hizo de su estudio parisiense. La muestra ha sido organizada en colaboración con el Guggenheim de Nueva York y se exhibirá en Manhattan el próximo verano.
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