Tapices contra el trauma del 11-S
Elena del Rivero descubre sus imágenes poéticas surgidas de la 'zona cero'
La artista valenciana Elena del Rivero vive en Nueva York desde hace 14 años, pero aquel funesto 11 de septiembre estaba en Madrid, exponiendo sus obras en la galería Elvira González (calle del General Castaños, 3), la misma donde ahora muestra sus últimas obras. "Estaba comiendo en un bar al lado de la galería", recuerda con una sonrisa, "y lo vi todo en directo por televisión... Me dio un vahído". Natural: además del pasmo sobrevenido, su obra y su hacienda estaban justo allí, en el octavo piso de un edificio muy próximo a la Torre Sur. "Sufrió un temblor de 5,5 grados Richter, pero aguantó. Es una casa de 1880, y se ve que entonces se hacían mejor las cosas. Y las casas. Pero las 18 ventanas de mi estudio salieron volando, y el piso se llenó de ordenadores, televisiones, papeles, cenizas, restos del avión...".
"¿El 11-S? Es como si te deja un novio alto, guapo y rico: por mucho que busques, siempre lo recuerdas"
Las ruinas del símbolo financiero inundaron su edificio entero hasta la tercera planta, pero poco a poco, a medida que el desescombro avanzaba y los bomberos reconocían a Del Rivero como víctima y vecina, pudo empezar a rescatar sus cosas. "Tardé tres o cuatro meses en sacar todo, lo mío y lo que había llegado de la torre. Estaba todo mezclado. Lo metí en contenedores y me mudé. Desde entonces he tenido seis casas, pero ahora estoy en la Avenida B, feliz de poder hablar español".
Durante la mudanza, Del Rivero (una mujer muy delgada que nació en 1952) no sólo ejerció de mozo de cuerda. Como terapia para el trauma, o simplemente porque no le quedaba más remedio que crear para sobrevivir, empezó a trabajar con los materiales y los vacíos que produjo el atentado.
Hace unos meses, enseñó en La Casa Encendida de Madrid la parte más realista de aquel trabajo: la impactante instalación de una habitación destruida, llena de polvo, perlas, cristales y despojos varios, rodeada por una gran foto panorámica del agujero de la zona cero.
Ahora, y hasta el 29 de febrero, muestra los sugerentes y poéticos resultados de su búsqueda posterior. La muestra se titula Nuberrota y es un conjunto de óleos, tapices (cuatro, realizados a partir de sus dibujos en la Real Fábrica de Tapices), fotos y bordados hechos en vivos y luminosos colores: un mundo femenino y sensible que refleja el fabuloso paisaje aéreo que las torres impedían ver cuando estaban de pie y también la angustia que provoca su ausencia.
Como en el cortometraje que dirigió Sean Penn para la película colectiva 9-11-2001, el cielo literalmente se abrió ante sus ojos y Elena del Rivero empezó a mirar hacia sitios donde antes no podía. Pero la distancia entre esa visión, optimista aunque algo obsesiva ("ahora estoy más tranquila gracias a las pastillitas, ¡eso sí lo hacen bien los americanos!"), y las consecuencias trágicas de lo que pasó en Manhattan es muy corta.
Días después de la carnicería, la artista montó una cámara en la ventana y filmó las tareas de los bomberos. "Me hice amiga de algunos, cuando iba a comprar charlábamos un poco... El caso es que rodé 80 horas de vídeo y cuando las vi... Hay imágenes de cuerpos, trozos de cuerpos... Varias televisiones me las han pedido, pero no las voy a dar. Sería demasiado cruel, no quiero sacarlas de contexto. Prefiero utilizarlas yo de una manera más abstracta, menos explícita".
Del Rivero admite que sigue "anclada" en el 11-S. "Es como cuando te deja un novio alto, guapo y muy rico. Por muchos nuevos que te tires, siempre te acuerdas de él".
En cuanto al proyecto de Daniel Libeskind y David Childs que sustituirá a las Torres, lo considera excesivamente agresivo: "Todo son aristas, parece una diana para que vuelvan a hacerlo. Para mí la mejor solución es la que propusieron en The New York Times Komar & Melamid, una pareja de artistas rusos que vive allí: un pasto verde, unas vacas y unos turistas. ¿Qué mejor recuerdo para las víctimas que un poco de campo y de paz? Lo malo es que, desde aquel día, a los americanos les da mucho miedo la palabra paz. Prefieren la palabra guerra".
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