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Reportaje:

Un 'pleno' diferente

Escolares valencianos convocados por Unicef debaten sobre el derecho a la educación y a la no discriminación

Nada que ver con el ambiente habitual. El hemiciclo de las Cortes Valencianas vivió ayer un pleno completamente diferente a los del calendario parlamentario ordinario. Los escaños de los diputados fueron ocupados por escolares de una decena de colegios valencianos que participaron en la octava edición del Foro de la Infancia de Unicef. Para empezar, ocuparon los 108 escaños, cuando habitualmente sólo se llenan los de los 89 diputados, aparte de los miembros del Consell que no lo son. Allí sentados, los niños, que no llevaban revistas ni periódicos, guardaron un respetuoso silencio. A ninguno se le ocurrió increpar a otro sentado en los bancos de enfrente, aunque fuera de otro colegio. Y todos escucharon con respeto las intervenciones, que fueron correctas, directas y sin demagogia. La unanimidad fue total y todos aplaudieron a todos.

Quizá la única similitud con una sesión normal -aparte de alguna que otra plomà del político de turno- fuera el retraso con que comenzó: la sesión estaba convocada para las 11 de la mañana, pero eran casi las 11.20 cuando el presidente de las Cortes, Julio de España, acompañado por los miembros de la Mesa y dirigentes de Unicef y representantes de la Administración, llegaron al hemiciclo. Para entonces, los jóvenes ya llevaban más de media hora sentados en los escaños, que no abandonaron hasta cerca de las dos de la tarde, cuando ya los nervios, a pesar de los esfuerzos que De España hizo por aplacarlos, estaban a flor de piel y los jóvenes aprendices de diputados empezaban a moverse más de la cuenta, a cuchichear, a reírse y a pedir permiso para ir al servicio. Otra diferencia fue que De España no ordenó receso alguno para "satisfacer la hipoglucemia", aunque ganas no le faltaron, como dejó entrever cuando al final animó a los jóvenes a disfrutar del "piscolabis" preparado en el jardín.

El foro organizado un año más por Unicef versaba ayer sobre el derecho a la educación y a la no discriminación. Los portavoces de los 10 colegios participantes -el Azorín y el Enric Valor, de Alicante; el Santa Cruz, de Mislata; el Inmaculada, de Paiporta; Maristas, Sagrado Corazón y Luz Casanova, de Valencia; Liceo, de Benicàssim; Lledó de Castellón; y el Instituto 1 de Xàbia- subieron a la tribuna de oradores para exponer los temas elaborados en clase. La educación y la inmigración, vistos por la infancia, cobraban una nueva dimensión. Como la que ofreció Marian Tovmasian, del colegio de Mislata, quien en un perfecto castellano a pesar de que sólo lleva cuatro años en España -"soy de Armenia, pero desde hace algunos años, también valenciana", explicó- defendió con voz firme la integración, entre otras cosas, "porque sin salir de clase conoces a gente de todo el mundo" y porque permite ver "por qué no tiene ningún sentido ser racista".

También hubo lugar para la crítica y la reprimenda. Ángel Fernández, de Benicàssim, que habló sobre la educación de las niñas en el tercer mundo, dijo: "Ustedes, señores políticos, tienen el poder; se lo han de tomar en serio y hacer planes para mejorar" el presente y el futuro de esas niñas, "no querríamos volver aquí el año que viene para hablar del mismo problema". Y para la ingenuidad, porque si Gonzalo Pons, de los Maristas de Valencia, tenía alguna esperanza de sacar algo en claro de la pregunta que formuló -"¿Qué solución darían ustedes a los problemas educativos de los jóvenes del tercer mundo?"-, seguramente quedó decepcionado ante la retahíla de lugares comunes y obviedades exentos de compromiso que recibió por respuesta.

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