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Aznar viaja a Roma para despedirse de Berlusconi en familia

El Papa recibirá hoy al presidente del Gobierno en la cuarta audiencia en cuatro años

Una cena familiar en el imponente palacio dieciochesco que Silvio Berlusconi tiene como residencia en el centro de Roma, cerca de la plaza de Venecia, fue anoche el marco de la despedida oficial del primer ministro italiano a José María Aznar. El presidente del Gobierno viajó a la capital italiana con el objetivo primordial de despedirse hoy del Papa. La fórmula elegida por Berlusconi implicaba una intimidad -ni siquiera hubo fotos- que dejaba al margen las tensiones entre ambos en torno a la Constitución europea.

También el séquito del presidente español quedó fuera de la cena, a la que Aznar acudió con su esposa, Ana Botella, y su hijo menor, Alonso. También asistieron al encuentro la hija de los Aznar, Ana, y su marido, Alejandro Agag, muy relacionado con la familia Berlusconi y muchos de sus colaboradores. Agag fue el muñidor del ingreso en el Partido Popular Europeo de Forza Italia, el partido del primer ministro italiano. Con Berlusconi asistieron su esposa, Verónica Larios, que no se prodiga en la vida social, y los hijos del matrimonio.

En total, una decena de comensales dispuestos a hablar de temas muy distantes de la política, aunque parece difícil que Aznar y Berlusconi no comentaran la disponibilidad demostrada por su mejor aliado, el británico Tony Blair, para sumarse al eje París-Berlín en la dirección de Europa. La cena casi secreta ofrecida el pasado lunes por el ministro de Exteriores británico, Jack Straw, a sus homólogos de Francia y Alemania agranda los temores a un directorio europeo y confirma que la concertación alternativa buscada por Aznar entre Madrid, Roma y Londres, las capitales más afines a la política de Estados Unidos, es una quimera.

Tensiones en la cumbre

Pese a estas coincidencias básicas, la actuación de Berlusconi como presidente de la UE durante los difíciles preparativos del Consejo Europeo de diciembre en Bruselas causó una irritación perceptible en las autoridades españolas. Más de un alto funcionario y algún ministro dijeron claramente que el italiano se había sumado al carro de los países grandes en vez de ejercer el papel arbitral que le correspondía, y le culparon de plantear problemas adicionales a la pretensión española de conservar el poder institucional obtenido tres años antes en Niza. Tras el fracaso de la cumbre, que no logró aprobar la Constitución europea, Aznar alabó, sin embargo, la actuación del líder italiano y precisó que no le suscitaba ninguna queja.

El objetivo primario del viaje a Roma es, sin embargo, despedirse del Papa, que hoy concederá a Aznar la cuarta audiencia desde que llegó a la presidencia del Gobierno hace ocho años. El encuentro con el Pontífice, a media mañana de hoy en el Vaticano, dará paso a un almuerzo ofrecido a la delegación española por el secretario de Estado, cardenal Angelo Sodano, responsable efectivo del Gobierno de la Santa Sede. Aznar viajará a finales de febrero a Colombia, según se supo ayer, para inaugurar la sede de un centro de formación de la cooperación española.

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