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Entrevista:GONZALO HERNÁNDEZ GUARCH | Arquitecto y escritor | Signos

"Los políticos sólo utilizan la cultura para decir que están impregnados de ella"

La obra de Gonzalo Hernández Guarch (Barcelona, 1945) sorprende por su densidad y profundidad. El arquitecto y urbanista, que reside en Almería, decidió un día contar su visión del mundo con temas de rabiosa actualidad y un mismo mar de fondo: la injusticia social, los errores históricos y las consecuencias del nacionalismo étnico-religioso. Después de escribir obras como Las puertas del paraíso (Ediciones del Bronce-Grupo Planeta), una novela sobre el Egipto de Nasser con la que obtuvo el Premio de Narrativa Vicente Blasco Ibáñez de 1997, y El legado kurdo (Ediciones del Cobre), una narración histórico-novelada sobre la situación de esta etnia, Hernández Guarch acaba de publicar, con el auspicio del Instituto de Estudios Almerienses (IEA), Shalom Sefarad. A lo largo de 400 páginas narra, a modo de novela histórica, la expulsión padecida por los judíos sefardíes en España durante el siglo XV.

Pregunta. ¿Por qué ha elegido ahora contar la expulsión de los sefardíes, precisamente?

Respuesta. Yo no me creo la historia como nos la explicaron. Me parece que hay una tergiversación con determinados fines políticos que la deforman e inutilizan. He pretendido dar una visión que responda más a que se nos fue una parte de España, y no a la creación de una España unitaria, tal y como me lo contaron a mí en la escuela.

P. Usted lo aborda como narración histórica novelada en el personaje del médico David Meziel. ¿Ha sido complicado?

R. No. Me puse a escribir y me salía a borbotones, como si me lo estuvieran dictando en la oreja. No me cuesta nada escribir, sólo buscar la información que cuento, lo que conlleva gran cantidad de tiempo de estudio.

P. ¿Le pesa a España todavía la expulsión de los judíos en 1492?

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R. Naturalmente. Ahora cabalgamos acercándonos a Europa. Si los sefardíes no se hubieran ido de España, Europa estaría ahora cabalgando tras nosotros. Se perdió mucho por una incomprensión y por una maldad.

P. Sorprende su prolífica pluma siendo usted arquitecto...

R. Cuando tenía ocho años empecé a leer como un descosido porque mi madre era una lectora empedernida. A eso se añaden las historias contadas por mi padre, marino mercante. Tuve siempre un mundo bipolar, de ficción y realidad, a mi alrededor.

P. ¿Por qué la denuncia de injusticias y excesos históricos es una constante en su obra?

R. El Primer Mundo que ha tenido fortuna en su desarrollo tiene una deuda que pagar. No se trata de que una raza sea superior a otra sino de que el devenir histórico ha llevado las cosas por ahí. Muchas veces no se ha dicho la verdad, como con Armenia, con los judíos y con los palestinos.

P. Su obra Historia de tres mujeres. Crónica de una guerra recibió elogios del embajador de Bosnia Herzegovina. ¿Cómo un arquitecto, desde Almería, puede dar en la tecla para escribir la "verdadera historia del conflicto"?

R. Lo que hice fue comprar mucha prensa y estar muy pendiente de la televisión y de la cadena CNN. La iba escribiendo a medida que ocurrían los sucesos, la misma noche. Sucedía en tiempo real y me las ingenié para novelar la historia con tres mujeres: una serbia, una bosnia y una croata.

P. ¿Cuáles son sus fuentes de inspiración?

R. De una parte los viajes. De otra, la lectura de muchísima literatura y el conocimiento del mundo que nos rodea.

P. ¿Su obra arquitectónica es coherente con su obra literaria?

R. No. Mi obra arquitectónica está muy mediatizada por la normativa en la que no creo y tengo que fundamentarme, como son los planes generales. Es un proceso económico bastante vulgar y en el que raramente me he podido expresar. Sólo en contadas ocasiones, como cuando diseñé Costa Ballena en Cádiz.

P. ¿Cuáles son sus referentes literarios?

R. Por ejemplo Joseph Conrad y Marcel Proust. Me han encantado los libros de viajes, los diarios del Capitán Cook. Me encanta la historia y la geografía. Y me gusta el mundo y me gustaría que cambiase. Pero el mundo no cambiará porque los políticos no escuchan, sólo utilizan la cultura para decir que están impregnados de ella.

P. ¿Se siente realizado, literariamente hablando?

R. Me he metido en un tipo de literatura que tiene poco calado en España y mucho fuera. Soy más conocido fuera que dentro.

P. ¿Lo tiene más difícil como escritor o como arquitecto, viviendo en Almería?

R. Almería es un sitio estupendo para vivir. Con gente humana y agradable de la que se aprende todos los días. Estoy muy cómodo como estoy. Tengo suficiente trabajo para vivir y los años que me quedan compartiré mi profesión de arquitecto con mi pasión literaria.

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