Sanidad
"Cuando dos elefantes se pelean, quien más sufre es la hierba que pisan". Este viejo proverbio africano puede servir para explicar la pugna político-sanitaria entre el Gobierno central y el de la Junta. Por supuesto la hierba es la sanidad, es decir, los ciudadanos y los profesionales que en ella trabajamos. La máxima expresión de estas fobias es el propio Consejo Interterritorial de Sanidad, donde se hace trizas la cohesión, la equidad y los avances en las prestaciones sanitarias de todas las comunidades en aras a dos elefantes que anteponen lo que ellos creen que política y electoralmente es correcto, a lo que los técnicos previamente acuerdan, sanitariamente óptimo, en pro de la ciudadanía que, curiosamente, es la razón de ser de los políticos.
Se está llegando a una espiral de la judicialización de la legislación sanitaria, con continuos recursos al Tribunal Constitucional, quizás porque se legisla, en parte, con la idea clara de zancadillear al partido político contrario, sin importar la repercusión que tenga.
Desde la publicación de la Ley General de Sanidad, nunca habíamos tenido leyes de tan alto calado como la actual Ley de Cohesión y Calidad, Ley de Ordenación de los Profesionales Sanitarios, o el Estatuto Marco; legislaciones que esperábamos como "agua de mayo" para buscar la equidad y el desarrollo armónico de la sanidad en todas las autonomías y así evitar la divergencia entre prestaciones, cartera de servicios, remuneraciones, carrera profesional etc. que ha hecho que actualmente haya comunidades de primera, segunda y hasta de tercera categoría, con gran desaliento para la sanidad y para los profesionales.
Esperamos y confiamos en que vengan tiempos mejores y que, cuando lleguen, no sea tarde para la octava mejor sanidad del mundo; donde los técnicos y profesionales sanitarios están quemados y desilusionados por algunos políticos prepotentes que se creen con el poder de la verdad absoluta, y que sólo miran hacia arriba, sin saber la sanidad que se cuece en las trincheras, con grandes mentiras sanitarias, que se las van creyendo y engordando hasta que un día les exploten en las manos.
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