Apuesta arriesgada
Zapatero sólo intentará formar Gobierno si el PSOE es el partido más votado el 14 de marzo. Éste es el gran anuncio de la Conferencia Política del PSOE clausurada ayer en Madrid, y desactiva de antemano las críticas por parte del PP sobre la voluntad socialista de gobernar con cualquier resultado, de cualquier manera, con cualquier macedonia de fuerzas políticas. Zapatero desestima, pues, una fórmula a la balear -la suma de todas o casi todas las minorías contra el partido más votado- y solo accederá a La Moncloa, en solitario o en coalición, si obtiene, al menos, una papeleta más que el PP de Rajoy. Promesa arriesgada, pero de la que cabe esperar que contribuya a la serenidad política y haga afinar a los dirigentes del PP sus gruesas descalificaciones hacia los socialistas.
Con esta declaración, Zapatero hace también un evidente llamamiento al voto útil: los descontentos con los ocho años de Gobierno del PP no pueden esperar que sus votos para formaciones opositoras se traduzcan en alternancia en La Moncloa salvo en el caso de que el PSOE sea el partido más votado. Zapatero no está dispuesto a arrebatarle a Rajoy la presidencia si éste le gana en número de papeletas. Es un gesto comparable al que ya le dio buenos réditos cuando se jugó la secretaría general del PSOE a una sola vuelta en el 35 Congreso: quiere dejar claro que no pretende acceder al poder por la ventana o la puerta de atrás.
La Conferencia Política ha sido la culminación de un esfuerzo por parte del PSOE para superar muchas de las carencias que presentaba ante el 14 de marzo. En las últimas semanas el PSOE se ha dotado de un programa amplio y de un equipo potencial de Gobierno diversificado -el que podría formarse en torno al comité de notables de Zapatero-, y ha reforzado la imagen de unidad en torno a su secretario general, que ayer reiteró que su españolismo es el de la diversidad que refleja su partido.
El PSOE ha escenificado su voluntad de cambiar el rumbo de España a partir de marzo con el lema "Preparados para gobernar" y el apoyo explícito de sus principales dirigentes en torno a Zapatero, que ayer fue arropado por veteranos como González, Almunia, Guerra o Solana, sin olvidar a uno solo de los barones regionales: Maragall, Bono, Rodríguez Ibarra... También ha aprobado las líneas generales del programa electoral, que incluye una oferta económica centrada en la promoción de la productividad, una gran preocupación por la mejora de la educación pública y propuestas diversas en materia de vida cotidiana y derechos civiles.
En cuanto a las propuestas fiscales, los socialistas aparcaron el enunciado de sus detalles hasta la hora de una posible formación de Gobierno. En cualquier caso, es de destacar que del programa fiscal ya avanzado, así como de las declaraciones de sus líderes, se puede deducir que el PSOE de Zapatero ha optado por la búsqueda de la redistribución por el gasto, abandonando -en mayor o menor medida, aún queda por ver- la más ortodoxa teoría socialdemócrata de la redistribución vía impuestos. Es otra apuesta arriesgada: se trata de la primera vez que el PSOE presenta un programa fiscal en el que ofrece a los ciudadanos una bajada de impuestos. A la vista de ello, parece pertinente exigir a los responsables económicos del partido, y por supuesto a su candidato a la presidencia, una mayor explicación de las fórmulas que hagan consistentes sus propósitos de gasto en promoción de la economía productiva, la mejora de la educación pública y mayores prestaciones sociales, con la generación suficiente de ingresos. En su programa fiscal subyace igualmente la presunción de que serán las rentas del capital las que soporten el descenso de los tipos impositivos propuestos en otros hechos imponibles (IRPF, Sociedades, IVA), pero no es fácil con la información disponible deducir cómo ni en qué cuantía. Zapatero debe atar estos cabos sueltos.
Tras su Conferencia Política, el PSOE se presenta en mejor formación de combate ante el 14-M. Ahora falta que el PP de Rajoy salte de lleno a la arena electoral. Y como paso previo, sería bueno que el candidato popular acepte esos debates cara a cara que pide Zapatero. Los españoles tienen derecho a ver cómo defiende sus ideas el próximo inquilino de La Moncloa. Sea el que sea.
