Los senderos del corazón
En los inicios del siglo XX, en un clima de expresionismo y experimentación, Umberto Saba (Trieste, 1883-Goriza, 1957) defiende una poesía "honesta", de la verdad interior, próxima a las cosas, artesanalmente cotidiana y sincera que, como uno de sus versos, frecuenta los senderos del corazón. Una provocación ante el empeño de la poesía de esos años, frente a la que era un periférico, lejos de las complacencias estéticas de los poetas crepusculares y de la sílaba seca del Montale de Huesos de sepia. Lo que su lirismo anómalo reivindica, entre conservación y trasgresión, con un contrito léxico y una rítmica orquestación métrica de continuada simetría y circularidad temática, es la "ardiente vida", un tono meditativo y quedo, casi prosaico, que se vale de la evocación de la imagen. En Saba la exigencia biográfica y existencial es desatada por un dictado melódico de implantación tradicional. De aquí la convivencia en su obra de presente y de pasado, de lo privado y lo público, que hacen de la experiencia individual un drama universal.
CASA Y CAMPO / TRIESTE Y UNA MUJER
Umberto Saba
Traducción de Carlos Vitale
La Poesía, Señor Hidalgo
Barcelona, 2003
138 páginas. 17,49 euros
En una Trieste italiana y al tiempo centroeuropea ('Nuevos versos a Lina' muestra la influencia del Intermezzo lírico de Heine), da forma a una impostación cargada de elementos introspectivos, desplegada en una poética centrada en el autobiografismo y el autoanálisis que, articulada en libros autónomos, fue reunida en un vasto organismo que bajo el clásico título de Canzoniere, se amplía sucesivamente como el largo relato de una vida. Con Saba lo "cotidiano" entra en la poesía italiana con un rigor que, en parte, viene de su origen judío, de la tendencia que hace coincidir en poesía esencia y existencia, según una perspectiva de religiosidad terrestre de significado universal. Ejemplo es el famoso poema 'La cabra' de Casa y campo, donde el relato se carga en su banalidad, de una analogía que alcanza a ser símbolo del dolor como destino común a todos los seres: "En una cabra de rostro semita / oía quejarse todos los males, / todas las vidas".
Saba es universal y lejano, a contracorriente en su provinciano anacronismo. Rasantes los objetos y los sentimientos, los envuelve en un estilo sostenido en la sintaxis y en el metro, libre en una narratividad que da espacio a lo poco poético. No desconcierta si se considera que su modernidad surge de ese contraste entre la defensa del canto y la materia humilde que lo articula. Su bondadosa reflexividad no desciende hasta los límites de su conciencia. Saba es poeta pleno cuando la materia de su destino colma la forma asumida de su sentido musical. Casa y campo junto con Trieste y una mujer son parte destacada del primer Saba, por su tensión emotiva y su plenitud sentimental. El pasar de los años, la ajada juventud perdida, los paseos en el ocaso, una moralidad y una memoria consoladoras son sus motivos inspiradores y sus pasiones, algo que el título Trieste y una mujer compendia bien.
Además de los muy citados 'A mi esposa' o 'La cabra', quizá sea 'El torrente' buen resumen de la poesía de Saba, donde un venturoso río es sólo un pobre reguero que en el recuerdo vuelve con "islas y cascadas", y donde la tristeza imprevista del discurso se vuelve "una extraña / comparación entre nuestra vida y la / de la corriente". Irrita esa constante apelación a la angustia y al dolor, pero nos emociona lo que hay en estos libros de poesía más pura, esa que sabe convertir sus obsesiones en versos. Carlos Vitale lleva a cabo versiones cuidadas, atentas al ritmo y la sonoridad tan peculiares a la música de su letra. Saba es un pedazo de la poesía moderna, poderoso y débil, pero siempre sincero. Sus poemas son como barcos "de flotas que navegan con las luces apagadas", un sereno balance de poesía y existencia.
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