Un solo fallo
La Cabalgata de Reyes de Madrid en este año ha sido un alarde artístico incomparable, de una calidad e inteligencia sobresaliente. Gratamente me ha sorprendido con los originales pasacalles, las brillantes vestiduras y la música clásica que rodeaba al evento,que han elevado la calidad de éste. Todo me ha satisfecho, y me podría dar por contento con esto si no faltara algo, que ha sido el lógico colofón de todas las Cabalgatas de Reyes anteriores.
La omisión flagrante que se ha perpetrado ha sido la de las ofrendas de los Magos al Niño Jesús en el pesebre, que se hacía en la plaza Mayor. Algo tan importante, que da sentido a toda la fiesta, y que sin ello sería incomprensible, se ha tachado de un hábil plumazo, por una desconocida y mefistofélica voluntad de eliminar todo signo cristiano de unas fiestas que, sin Jesús, carecen de todo significado, más que el que el consumismo salvaje quiera darnos, nuevo y despiadado dios de estos tiempos. Ruego nos devuelva el Ayuntamiento, que como éste nos ha robado, los signos que tanto le molestan y que son propios de la Navidad.
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