El miedo a un atentado desata la suspensión de vuelos a EE UU
British Airways cancela dos días seguidos un viaje Londres-Washington
El temor a un atentado terrorista ha obligado a varias compañías aéreas internacionales a cancelar vuelos con destino a EE UU desde el comienzo del año. Algunos aviones de pasajeros han sido escoltados por cazas al entrar en espacio aéreo estadounidense, otros han sido obligados a hacer escalas imprevistas para que los equipajes fueran registrados y multitud de viajeros han sido interrogados sin recibir explicaciones de los gobiernos implicados.
Ayer, por segundo día consecutivo, British Airways suspendió su vuelo vespertino entre Londres y Washington a petición del Gobierno británico "por motivos de seguridad". El mismo vuelo había sido cancelado el jueves, y el miércoles fue escoltado por aviones militares a su llegada a la capital de EE UU. British Airways anunció anoche la suspensión de su vuelo entre Londres y Riad, capital de Arabia Saudí, previsto para hoy.
El primer día del año, un avión de Air France que volaba de París a Nueva York con 260 pasajeros a bordo aterrizó inesperadamente en Terranova (Canadá) tras detectarse que en la lista de maletas había una más de las facturadas. Se inspeccionaron todos los equipajes y el avión despegó hacia Nueva York cuatro horas más tarde. El mismo día fue suspendido un vuelo de Aero México entre el Distrito Federal y Los Ángeles.
El diario Wall Street Journal informaba ayer de que la cancelación de seis vuelos entre París y Los Ángeles la semana pasada se debió a que los servicios de seguridad de EE UU confundieron con terroristas a varios pasajeros, entre ellos un niño y una anciana. Frente al silencio oficial, un experto británico en seguridad, Paul Beaver, declaró ayer que se trata de algo poco habitual. "Todo lo que sé es que las suspensiones se deben a una amenaza real y precisa", afirmó.
Mientras tanto, la policía brasileña comenzó el 1 de enero a fichar a todos los ciudadanos de EE UU que desembarcan en el aeropuerto de São Paulo. Los agentes tienen órdenes de tomar una fotografía y las huellas dactilares de los visitantes con pasaporte estadounidense, que deben esperar en una cola distinta a los demás para entrar en Brasil. El trámite tiene su origen en una sentencia judicial fundamentada en el principio de reciprocidad diplomática. Washington exige la misma identificación a los brasileños que llegan a EE UU.
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