La fembra placentera. Y el mancebo
El cardenal Rouco puede ser papa cuando dejen de atormentar al pobre anciano, al que siguen haciendo balbucir incoherencias: cuando el católico es feroz, lo es más que nadie. Rouco no necesitará que el Opus Dei maneje el cotarro -el cónclave-, sino que el Espíritu Santo -el "pájaro divino", dice algún idioma o dialecto- se pose sobre su baldaquín. Apenas el Partido Socialista ha publicado su programa social y Rouco lo niega. Pero el opusismo, y ésta es una fina muestra, no clama por infernar a los implicados -homosexuales, abortistas y todo lo demás-, sino por perjudicar a la sociedad. ¡Astuto! Un matrimonio de homosexuales, dice el cura, generará derechos y conducirá a la quiebra de la Seguridad Social. Y al no tener hijos -a menos del milagro del Pájaro- contribuirá al envejecimiento de la sociedad. Apurando la cuestión, creo que todo el clero debería engendrar -como ya hacía uno de ellos-, para el que debía "haber juntamiento con fembra placentera", para evitar el envejecimiento hasta extremos papales, y renunciar a "diezmos y primicias" (y ecónomos listos) para que no quiebre la Seguridad Social. Dice que se puede perder "el insustituible ambiente familiar que se crea y se recrea al calor del hogar paterno". Vamos, vamos: no sabe nada. "Matrimonio" no debe ser el de los homosexuales, ni el de muchas parejas heterosexuales que utilizan los medios antinatales que creó la revolución de la década de los sesenta; la técnica engendró otra moral. Y libró de la pobreza y la miseria a las familias numerosas, que el cardenal reclama: para poder ejercer la caridad con ellas. Y eso que no se puede pedir limosna con niños, para que no se les vea endebles y sucios: como si ellos no necesitaran la monedita. Qué abuso de la palabra "niño": se le niega el derecho a tomar las armas, pero se le bombardea -misilea- o se ponen minas bajo sus piernecitas; se le niega el trabajo, y así se le quita el bol de arroz. Vuelvo a Rouco y sus hermanos: sólo quieren quitar votos a los socialistas, a los que suponen rojos, qué imaginación, qué incultura.
(Papa: no lo será él, lo será otro igual. Las grandes potencias cristianas no dejan que vuelva Juan XXIII). (El Arcipreste de Hita: fue él el de ese verso, y de otros en el Libro del buen amor, aunque disculpándose con un cómodo griego: "Como dijo Aristóteles, cosa es verdadera, / que el hombre por dos cosas trabaja, la primera / por haber mantenencia, la otra cosa era / por haber juntamiento con fembra placentera". Pero ya estaba en la cárcel).
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