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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Adiós 2003, adiós

Estás a punto de acabar tus días, año 2003, y todos hemos experimentado, un año más, un largo reguero de tristes experiencias y pocas alegrías, con un saldo negativo de recuerdos. En tu tiempo, las catástrofes naturales han sembrado pavorosas angustias por doquier. Las guerras, abiertas (Irak, etcétera) o solapadas (Colombia, etcétera), se han enseñoreado por incontables escenarios de sufrimiento, y la falta de solidaridad entre países ha cerrado demasiadas puertas a la justicia y la esperanza.

Aquí, en España, el terrorismo sigue siendo una realidad maldita, la solidaridad entre regiones se cuartea, la corrupción es, como siempre, un ejercicio instalado en la impunidad, la convivencia es un avispero cada vez más enconado, atizado, como siempre, por intereses políticos de muy diversa índole, más allá de la legitimidad (o al margen) de las ideologías; los violadores campan a sus anchas y los maltratadores (asesinos) de mujeres indefensas se multiplican como por obra de una maldición. Las listas de espera sanitarias crecen en meses y los urgencias hospitalarias bordean, cada día, lo caótico. Los criminales de toda condición se mueven a sus anchas, el paro y el empleo en precario representan una lacra inamovible... y tantas y tantas cosas más.

Sí, ya sabemos, año 2003, que en rigor nada de lo dicho ha sido obra tuya, que la causa hay que buscarla en sus autores y complicidades y, también, en la incompetencia de no pocos legisladores, de políticos que medran en todos los nidos del espectro político y, sobre todo, en la lenidad (¿lenidad?) de tantos juristas instalados en la ineptitud.

Pero, en fin, lo que es ya irremediable, año 2003, es que, como les pasó a tus predecesores, todo haya seguido igual o peor en el curso de tu tiempo y por ello tú también serás recordado como un año de males.

Así pues, adiós 2003, adiós. Esperemos que tu sucesor, el año 2004, pueda ser ¡por fin! tiempo de alivio para tantos desamparos, desgracias y desconciertos.

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