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Reportaje:RUTAS URBANAS

Miradores de lujo sobre Barcelona

La torre de Collserola y el hotel La Florida, dos clásicos en el Tibidabo

Algunos días se puede ver toda Barcelona sin despegar los pies del suelo. El mirador ideal es el antiguo parque de atracciones que se levanta detrás de la ciudad, en lo alto de una montaña de la sierra de Collserola conocida como Tibidabo". Así comienza Robert Hughes su libro Barcelona, si bien aclara que "la vista puede resultar deprimente cuando el viento está en calma y una cúpula de aire caliente flota suspendida sobre la ciudad, apresando los humos de los tubos de escape de los automóviles y formando con ellos una niebla de un marrón turbio que se extiende hacia el mar".

Más allá de las lujuriosas estampas de la ciudad posolímpica, Barcelona es desde las alturas, lavadas la mayor parte del año por el sol del Mediterráneo, el resultado de la promesa que el Diablo le hizo a Jesús cuando éste le llevó a la cima de la montaña para mostrarle los regalos del mundo en toda su seductora vanidad (en términos latinos, tibi dabo, te daré). Si seguimos la leyenda, Jesús rechazó la invitación, aunque los visitantes no están obligados a hacerlo. Los tejidos urbanos que corresponden a los antiguos pueblos de Sarrià, Sant Gervasi, Horta, Gràcia y Sants se han fusionado con la cuadrícula de L'Eixample, con sus calles rectilíneas. Más allá, el vuelo del ojo llega hasta el puerto, donde se intuye la aglomeración de Ciutat Vella, el núcleo originario de la actual Barcelona, la Sagrada Familia, el obús de Jean Nouvel para Agbar...

Una de las más espectaculares obras de ingeniería que el espíritu olímpico inspiró para solaz de los cíclopes es la torre de Collserola, una magnífica antena de comunicaciones construida sobre el Turó de la Viana bajo las directrices de Norman Foster. La gran antena de 268 metros (a 455 metros sobre el nivel del mar) ofrece un radio de visión de 70 kilómetros.

La aguja de Foster consta de 13 plataformas, una de las cuales -la décima- está destinada al mirador. Se accede por la base de la torre, donde hay un ascensor, y una vez arriba, la mirada se perderá a los cuatro vientos. Hacia poniente, más allá de las tierras del Vallès y en los confines del Baix Llobregat, se puede apreciar la silueta de Montserrat; hacia el norte y el levante, a la manera de un corredor, el Maresme.

Casi sin pestañear y muy cerca, ya en la cima del monte Tibidabo, el ojo se desplaza hacia el hotel La Florida, un nuevo resort urbano que, a 500 metros por encima de la ciudad, ofrece de nuevo unas espectaculares vistas. La Florida es un hotel de lujo, en el sentido más amplio del término. Por sus jardines exteriores, que conservan especies autóctonas; la elegancia de su interior, que guarda el arte contemporáneo entre algodones, y la pureza del gusto, que encuentra en el restaurante L'Orangerie el toque de la exquisitez mediterránea gracias a su chef Daniel Busà. La Florida abrió sus puertas la pasada primavera, totalmente renovado por el Grupo C97 Arquitectes i Asociats. Pero su historia merece un aparte. Fue en 1923 cuando el arquitecto noucentista Ramón Raventós -uno de los cuatro padres del Pueblo Español y un urbanista destacado en el conjunto de las obras de la Exposición Universal del 29- diseñó este peculiar edificio destinado a ser el hotel más lujoso de Cataluña. Durante la guerra sufrió graves desperfectos -había sido hospital para los heridos-, pero en 1939 comenzó lo que sería su época dorada, pues muy pronto se convirtió en uno de los enclaves más deseados de la burguesía catalana.

Hemingway y Gabor

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El Florida de la autarquía económica -un clásico de la época que albergaba las concentraciones del Barça- registró a Ernest Hemingway cuando vino a la ciudad para ver el duelo entre Luis Miguel Dominguín y Antonio Ordóñez en Las Arenas. El actor George Sanders, casado entonces con Zsa Zsa Gabor, solía alojarse también en este castillo, igual que Rock Hudson, James Stewart y los reyes de Bélgica. El siniestro Himmler y su numerosa escolta también durmieron en sus habitaciones, mientras se reservaba la suite real al mariscal Pétain.

El hotel se cerró en 1974 y hasta 2001 no recuperó su esplendor, gracias a un empresario norteamericano, David Stein. La Florida está a siete kilómetros de Barcelona -15 minutos en coche- y tiene 52 habitaciones y 22 suites, ocho de las cuales han sido especialmente decoradas por artistas como Rebecca Horn, Ben Jakober y Yannick Vu (que además han creado, como homenaje a Gaudí, una escultura de 27 metros de fibra óptica, y la Fuente de Arquímedes, 17 metros de acero inoxidable instalados en el patio interior del hotel), o diseñadas por Cristina Macaya, Hans Duettman y Stefan Guillemet. La suite japonesa es obra de Dale Séller.

Mirador de la torre de Collserola, obra del arquitecto británico Norman Foster.
Mirador de la torre de Collserola, obra del arquitecto británico Norman Foster.CONSUELO BAUTISTA

DATOS PRÁCTICOS

- Mirador de la torre de Collserola. Abre días laborables, de 11.00 a 14.30 y de 15.30 a 18.00; festivos, de 11.00 a 18.00. Lunes y martes, cerrado, excepto festivos. Entrada: 4,60 euros; niños y estudiantes, 3,30.

- Gran Hotel La Florida (932 59 30 00) En la cumbre del Tibidabo. Carretera de Vallvidrera al Tibidabo, 83-93. Barcelona. A partir de 275 euros la doble.

- Turismo de Barcelona: www.barcelonaturisme.com.

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