Josep Lluís Mateo presenta el mayor centro de convenciones de España
El edificio tiene una superficie de 70.000 metros cuadrados en el Fòrum de Barcelona
Las dimensiones impresionan. El Centro de Convenciones Internacional de Barcelona (CCIB) tiene 70.000 metros cuadrados y capacidad para acoger al mismo tiempo a 15.000 congresistas. Como dice su artífice, el arquitecto Josep Lluís Mateo, "es un reto a escala china porque en superficie es el más grande de Europa", del que parece estar saliendo airoso. Estos días entregará ya la planta baja a la organización del Fórum 2004, que situará allí dos de sus grandes exposiciones, y contra las previsiones iniciales, el edificio estará totalmente acabado en abril.
Está naciendo otra Barcelona entre la Villa Olímpica y el río Besós. El grueso de tantas toneladas de cemento tiene pocas posibilidades de pasar a la historia de la arquitectura, pero rozando ya el final de las obras, en pleno recinto del Fórum Universal de las Culturas, abundan las excepciones. Dos edificios comparten protagonismo. El más conocido es el Edificio Fórum, que diseñan Herzog&De Meuron, una gran mole triangular cuyas fachadas lucen ya su revestimiento de espejos y mortero granuloso de un azul intenso, como si de una gran escultura de Yves Klein se tratara. El otro es el Centro de Convenciones Internacional de Barcelona, que construye Josep Lluís Mateo (Barcelona, 1949). Desde lejos, la fachada sur del CCIB también tiene reminiscencias artísticas. Parece una intervención de Christo, como si el edificio estuviera empaquetado y su ondulante recubrimiento de paneles de aluminio perforados, que tamizan la luz en el interior, recorriera los caprichosos volúmenes de un edificio que en su interior es más bien funcional y lineal.
Se aprecia su carácter casi de obra de ingeniería en la fachada que da a la plaza en la que se encaran los dos edificios. En ella se aprecian las estructuras que aguantan las gigantescas vigas que sustentan el espacio diáfano de la gran sala de convenciones, con una superficie de 11.600 metros cuadrados. "En el fondo, la intensidad textural y pictórica del Edificio Fórum me ha ayudado a radicalizarme a la hora de mostrar el contenido estructural y la materia pura del CCIB. He planteado un diálogo más de contraste que de continuidad", afirma Mateo, que actualmente es catedrático de proyectos en la ETH de Zúrich. En dos de las fachadas, sin embargo, ha buscado una adecuación al entorno con esta doble piel de cristal en el interior y aluminio perforado en el exterior que otorga un aspecto orgánico al conjunto.
"De la arquitectura, a mí siempre me han interesado más las cosas inmateriales, como la manera en que se percibe el espacio, la luz, el calor, la circulación del aire o incluso el sonido que se crea", comenta. "Son condiciones básicas que no se relacionan tanto con una forma concreta como con los aspectos más invisibles. De hecho, en el edificio se ha realizado una gran inversión en tecnología que no está a la vista, pero que ha sido una parte fundamental del trabajo".
También ha querido huir del típico recinto industrial y estrictamente funcional que predomina en este tipo de centros. "Pese a ser un edificio macizo y de grandes dimensiones me ha interesado convertirlo en un espacio agradable con una calidad ambiental arquitectónica", aclara Mateo (Barcelona, 1949), que afronta con esta obra su proyecto más ambicioso, con el que confía dejar huella en su ciudad tras recibir importantes encargos en Holanda, Alemania o Portugal.
El CCIB es todo un complejo de edificios que se divide en tres grandes partes. La primera, que corre paralela a la calle Taulat y da a la ciudad, está integrada por dos torres rectangulares que hacia la mitad de altura se cortan abruptamente, quedando una parte en forma de voladizo en el que se instalarán jardines. Una de las torres serán oficinas, y la otra, un hotel. La segunda parte es la más compleja, pero también la más sencilla en el aspecto formal. Es la gran sala de convenciones, que Mateo define como una gran plaza cubierta "a medio camino entre un hangar industrial y un plató de cine". En enero comenzará aquí el montaje de dos de las grandes exposiciones del Fòrum, la titulada Voces, dedicada a la diversidad lingüística, y Ciudades-Esquinas, sobre urbanismo.
La última parte del complejo incluye un gran hall de 5.000 metros cuadrados, de cuyo techo se suspenderá una gigantesca escultura de Cristina Iglesias de 2.000 metros cuadrados, que definirá el espacio a través de las sombras que la estructura metálica proyectará sobre el suelo. Sobre el hall se accede a las dos plantas superiores, la primera destinada a salas de reuniones y la segunda con un gran restaurante con terraza panorámica sobre el frente marítimo. Atravesando el techo del hall también se situará un jardín colgante que conectará con el que se sitúa también sobre la zona central del techo de la gran sala de convenciones. El CCIB tiene un presupuesto que supera los 102 millones de euros y estará gestionado por la empresa francesa Générale Location.
Intervenciones artísticas
En las exposiciones que podrán verse en el recinto Fòrum, entre mayo y septiembre de 2004, habrá poco arte contemporáneo. Pero, tal vez para compensar, a última hora se ha iniciado un programa de encargos de esculturas o intervenciones en el espacio del recinto que prometen algunas emociones. Aparte del atractivo de la arquitectura, que se augura como el gran aliciente de la visita y que incorpora la gran escultura de Cristina Iglesias en el CCIB, se ha encargado un mural escultórico a Tàpies que se situará bajo el Edificio Fòrum de Herzog y De Meuron, que contará también con otra intervención artística aún por determinar.
También está trabajando en una instalación Eulàlia Valldossera y los artistas suizos Peter Fischli y David Weiss situarán dos esculturas, de estructura amorfa, en la Rambla de Prim, ya fuera del recinto.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.