Cuadros en el autoservicio
Los supermercados de arte celebran su 20º aniversario en Barcelona y muchas galerías adoptan su fórmula
Coja el carrito de la compra, rebusque entre decenas de cestas y cientos de cuadros hasta que encuentre el original que, a un precio accesible, desea que cuelgue de su pared. Jean Pierre Guillemot (Courbevol, Francia, 1948- Lanzarote, 1990) parió la idea hace 20 años con la intención de desacratizar el mercado del arte y popularizar sus ventas, lo llamó Supermercart. Dos décadas después en Barcelona nada parece ya tan original ni tan divertido, los mercados artísticos de este tipo se multiplican por la ciudad en estas fechas en la que parece que hay dinero para todo. Las galerías tradicionales les hacen frente programando también exposiciones de cuadros de pequeño formato.
La casa Elizalde resume hasta el próximo enero la historia de estos 20 años de arte en versión supermercado. American Prints, responsables ahora del Supermercado del Arte (sus obras de este año se venden en la calle de Calvet, 63), recoge en esta exposición los logotipos y carteles que han anunciado durante este tiempo la exhibición, además de un resumen de la obra de artistas que durante este tiempo vendieron sus cuadros dentro de esta fórmula. "Sigue siendo una buena manera de llevar el arte contemporáneo al gran público", manifiesta Jordi Marsal, director artístico del supermercado. Natalia Folguet -que comenzó trabajando con Guillemot y que ahora es responsable de Hipermercart (en Vinçon)- se muestra, sin embargo, con el paso del tiempo más crítica y reconoce que "la idea del supermercado se ha ido deteriorando y mantiene el nombre como anécdota. En muchos casos se potencian los cuadros hechos a contra reloj para cubrir una demanda, y no a las obras de arte originales en pequeño formato". El tercer grande en esta guerra de supermercados es Bazart, en El Corte Inglés de Portal de l'Àngel. Dominic Campillo, su responsable, dice que la calidad de este tipo de mercados "sube año tras años porque hay más competencia entre los pintores que quieren participar en ellos". Su empresa facturó el año pasado en la ciudad 58.169 euros y vendió 450 cuadros, el 30% más que en 2001.
Los originales en el supermercado tienen un precio que va de los 79 a los 229 euros
El sistema de ventas tiene éxito sólo en Navidad y se concentra en la pintura
La pintora Helena de la Guardia está contenta. Lleva desde 1988 participando en el Supermercado del Arte y le acaban de informar que la actriz Susan Sarandon compró uno de sus cuadros en la tienda del aeropuerto de El Prat. "Me dicen que han guardado el recibo de la tarjeta con su firma", explica con algo de orgullo. Para ella, como artista participante en el supermercado, es una de las pocas posibilidades de conocer quién se ha interesado por su obra. "Lo emocionante de nuestro trabajo es pintar, el resto es comercialización de la obra y no hay nada de arte ahí. Esto es una manera más de vender los cuadros, una buena forma que además te permite confrontar directamente tu obra con la de otros 50 creadores". Los originales en el supermercado tienen un precio que va de los 79 a los 229 euros. Los artistas seleccionados por American Prints o Bazart tienen, además, la posibilidad de participar en supermercados de este tipo que se celebran en el resto de España y Europa. "Creo que es una de las mejores maneras de proyectar tu obra fuera de España", agrega De la Guardia. Dominic Campillo coincide con la idea y añade que para un artista participar en este tipo de mercados significa superar "un test en el que demuestran su creatividad y productividad". Cada artista seleccionado por Bazart debe pintar 100 cuadros de pequeño formato en seis meses, luego, tiene dos meses más para pintar 50 obras con la que ir reponiendo la exposición. Cada pintor obtiene, aproximadamente, el 50% de las ventas de cada cuadro. En Bazart, 32 artistas -seleccionados entre 500 propuestas- presentan 1.600 originales. Cuadros que compran, según los estudios de estas empresas, personas entre 30 y 45 años, la mayoría de ellas mujeres, más interesadas en la decoración que en el arte. "El público se pasa por el forro la edad del artista, su currículo o su obra anterior. Lo único que quiere es que el cuadro le genere una emoción", comenta Campilo.
La fórmula tiene éxito comercial sólo en Navidad y se concentra casi exclusivamente en la pintura. Los intentos de repetirla con escultura o fotografía y en otra época del año no acabaron de funcionar comercialmente. "Éste es el mejor momento del año para vender arte al público no coleccionista que se encuentra más predispuesto a pasear por las tiendas y a comprar", dice Foguet, que también es responsable de la galería Safia. "Nosotros, como galeristas, también debemos analizar que detrás de esto se esconde algo más, hay que replantearse el modelo de galería tradicional que sigue lejana al público que no se considera un entendido". Las galerías tradicionales le han hecho frente especializándose en los meses finales del año en el pequeño formato. Jordi Barnadas, La Galería, Arnau, Esther Montoriol, Nova3, Alejandro Sales o Maragall son algunas de las galerías o salas de arte que ahora exponen obras de este tipo. Artur Ramon (calle de la Palla, 23) reúne en Grandes maestros de la pintura en pequeño formato obras de Baixeras, Pere Campmany, Manolo Huguè, Ramón Pichot o Alex.
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