Una mallorquina afable y luchadora

La dermatóloga Caterina Mieras Barceló (Sant Joan, Mallorca, 1947) ha sido la perla de Maragall, su secreto mejor guardado, cuyo nombre no desveló ni en la ejecutiva de su partido. La nueva consejera de Cultura no es una novata: milita en el PSC desde 1980, ésta es su segunda legislatura como diputada en el Parlament y tiene ocho años de experiencia en la gestión cultural del Ayuntamiento de Badalona.

Esta inquieta y afable mallorquina, de la modesta familia de payeses de Ca ses Camineres, vive en Tiana y veranea en Sa Ràpita, ante el mar y Cabrera. Tiene tres hijos y está separada en dos ocasiones. Es una periférica con biografía definitoria: estudió con becas, cursó en un año la carrera de maestra y logró una plaza en las oposiciones. Consiguió el título de piano en el Conservatorio de Valencia. En 1967 desembarcó en Barcelona para estudiar Medicina y se implicó en el Sindicat Democràtic d'Estudiants.

Con este nombramiento de estricta cuota personal, en una cartera compleja de retos hercúleos, Maragall da cancha a una política vocacional y comprometida que como científica está prestigiada por haber diagnosticado el primer caso de sida en España en un paciente con sarcoma de Kaposi.

La doctora Mieras ha ejercido en el hospital de Vall d'Hebron y el Clínico de Barcelona, y ha sido profesora en la Facultad de Medicina de la Autónoma y en la Escuela Universitaria de Enfermeras. En 1986 fue candidata a la presidencia del Colegio de Médicos.

Competitiva y feminista, en tiempos de acoso a la unidad del catalán, Mieras, con su acento y su tono dulce, conectará con la tradición cultural e histórica de muchos intelectuales insulares -y algún político- con voz clara en la cultura catalana y peso en la política desde la Renaixença.