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Columna
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Telesperanza

La Navidad ha dejado en el portal de Esperanza Aguirre el mejor de los regalos, un nuevo director general de Telemadrid confeccionado a su medida. La presidenta de la Comunidad se puso caprichosilla, despreció el Ferrari de tercera mano que le recomendaban sus papaítos del partido y ha conseguido hacerse con un vehículo de toda confianza para su imagen política, un todoterreno ya probado en la áspera tarea de ser su jefe de prensa. A Ruiz-Gallardón le iba muy bien con el director que tenía, un utilitario discreto y con buenas prestaciones, que nada más llegar desmontó la Tómbola y potenció los programas informativos locales sin alterar su aire desenfadado y joven, marca de la casa desde sus comienzos, casa que ha sido cantera de nuevos profesionales y banco de pruebas de nuevas y a veces arriesgadas ideas. Giménez Alemán tenía al menos dos factores en contra para seguir en el cargo, la alergia de la nueva presidenta a todo y a todos los que rodeaban a su antecesor y correligionario y el haberse proclamado públicamente partidario de los debates electorales televisados, una auténtica pesadilla para la jefa, que no se defiende bien en las distancias cortas cuando la espontaneidad y la agilidad mental prevalecen sobre los papeles y los discursos ensayados y prestados.

A Esperanza Aguirre le gustan los discursos de Soriano y no está dispuesta a cambiar de guionista en una coyuntura tan delicada y con cámaras por medio. Se supone que Telemadrid va a ser algo más que "el rincón de la Espe", como dicen algunos de sus rivales políticos; puede ser su plató particular, su tribuna y el salón de su casa si se lo propone, un ente doméstico que siempre le buscará el mejor perfil, la mejor luz, el encuadre perfecto, el horario de lujo y el papel de protagonista. Además, la fidelidad de su director de reparto garantiza que los secundarios y los antagonistas permanezcan en segundo plano y no aparezcan más que lo imprescindible.

Hacer de tu jefe de prensa director de tu televisión, al margen del aspecto legal del asunto, parece un desafío, un desplante de doña Esperanza, uno de esos gestos polémicos y escandalosos que los políticos sólo pueden hacer en los inicios de sus mandatos, lejos de sus compromisos electorales y encomendándose a la proverbial y providencial desmemoria del electorado, garantizada por cuatro años de polémicas y escándalos en todos los órdenes y ámbitos.

En sus primeras declaraciones, el nuevo director general pronunció una frase como las que dieron justa fama al gran filósofo Pero Grullo, aunque probablemente fue un lapsus provocado por los nervios del momento. Manuel Soriano dijo que accedía al cargo "con la ilusión del primer día", palmaria obviedad, porque, en efecto, se trataba de su primer día de trabajo como director general del ente autonómico. Claro que, tras esta aparente tautología, puede ocultarse otra interpretación. Tal vez quiso decir que accedía al nuevo cargo con la misma ilusión que el primer día que empezó a trabajar para su jefa, hace ya unos años. En tal caso Soriano vería su nombramiento como el inicio de una nueva etapa profesional en la misma empresa, una empresa llamada Esperanza Aguirre y no Telemadrid.

Para justificar el nombramiento, su madrina prometió que Soriano gestionará mejor y con menos dinero la empresa. Palabras que sin duda habrán inquietado severamente a los trabajadores del canal autonómico, que acaban de vivir de cerca un ejemplo de cómo se gestiona mejor y, sobre todo, muchísimo más barato, una emisora de televisión con el caso de Antena 3. Sólo queda saber por dónde empezarán las rebajas y los recortes del presupuesto, si los despidos serán masivos o selectivos y si afectarán a los directivos y a los divos o a los de siempre, si aprovecharán el fregado laboral para hacer de paso un barrido ideológico y cuántas plazas de recambio subcontratarán en el submundo del empleo basura.

Oscuras premoniciones, sombrías hipótesis y negros prejuicios, quién puede asegurar que, de la noche a la mañana, el Gran Soriano no se revele como un mago de las finanzas, un Houdini de los presupuestos, o al menos un Berlusconi de los negocios, un genio capaz de hacer de las piedras pan, y de su patrona, una estrella mediática. Cosas más raras se han visto, aunque en este momento no recuerdo ninguna.

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