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Crónica:CRÓNICA EN VERDE
Crónica
Texto informativo con interpretación

Lluvias que engañan

El agua es un recurso amenazado por el cambio climático aún en situaciones de abundancia

Unos especialistas lo han bautizado, con cierta sorna, como el "ciclo hidro-ilógico", una curiosa espiral que se inicia en los periodos de sequía, cuando ciudadanos y administraciones toman conciencia del valor que tiene el agua en las regiones sometidas a estos periodos de escasez y actúan en consecuencia, tratando de regular, de forma racional, la oferta y, sobre todo, la demanda de este elemento. Lo ilógico de este ciclo aparece al mismo tiempo que las lluvias, ya que éstas causan el inmediato olvido de todos los buenos propósitos, actitud que se mantiene hasta que aparece la siguiente sequía. Y así, hasta el infinito, sobre todo en regiones como la mediterránea, donde la alternancia de secuencias secas y húmedas forma parte del peculiar clima de la región.

De nuevo este invierno se celebra en Andalucía la generosidad con la que se están manifestando las precipitaciones, por más que hayan ocasionado no pocos problemas debido a las inundaciones que han afectado a numerosos municipios. De inmediato se han hecho cálculos a propósito del nivel que alcanzan los pantanos, el volumen de agua que ya atesoran y los meses, o años, en los que estará garantizado el suministro de este recurso a la población. Es decir, ahora se vive en la abundancia y pocos son los que recuerdan que esta es una bonanza pasajera.

El Centro de Cooperación del Mediterráneo de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), con sede en Málaga, ha hecho público estos días un informe a propósito de las amenazas que se ciernen sobre la disponibilidad de agua, debido a los efectos del cambio climático. En las últimas décadas, apuntan los expertos de esta institución, "los impactos directos registrados en la cuenca mediterránea, como consecuencia de estas alteraciones climáticas, consisten en bajos niveles de precipitaciones, modificación de la intensidad y distribución de las mismas, incremento de las inundaciones y aumento de la temperatura". En definitiva, concluyen, "el cambio climático ya está aquí y estará con nosotros por una larga temporada".

En estas circunstancias conviene no instalarse en una actitud complaciente, a cuenta de la abundancia transitoria de agua, y tampoco pueden fiarse, en exclusiva, las soluciones a este problema a los esfuerzos que se vienen realizando por limitar las emisiones de gases de efecto invernadero. Es imprescindible, advierte la UICN, "desarrollar estrategias para preservar el agua como recurso vital, ya que, a corto y largo plazo, el cambio climático va a tener una influencia dominante sobre la demanda, la oferta y la calidad de este elemento en toda la cuenca mediterránea".

Tensiones en el campo

Todo parece indicar que la oferta de agua, cuyo consumo se acerca a los límites de disponibilidad en regiones como la andaluza, va a empeorar en el futuro, ya que, con independencia de las alteraciones debidas al cambio climático, la demanda no deja de aumentar como consecuencia de una creciente actividad económica, una mejora en los niveles de vida y un crecimiento demográfico sostenido. Aún así, el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), dependiente de la ONU, considera poco probable que esta escasez afecte, en general, a las demandas municipales e industriales, "pero puede influir de modo significativo en el suministro para regadío". Las mayores tensiones se anuncian, pues, en el sector agrícola.

No será éste, sin embargo, el único aprovechamiento que se verá hipotecado por la modificación del clima. El IPCC advierte que las temperaturas más altas "probablemente modificarán las preferencias en cuanto a las actividades de recreo, ya que las olas de calor reducirán la demanda pico de verano, tradicional en los destinos de vacaciones del Mediterráneo". Una situación que se ha sufrido este mismo año en Andalucía.

La otra cara de la moneda no es más halagüeña. Tanto la UICN como el IPCC consideran que aumentará sustancialmente el riesgo de inundaciones, erosión y pérdida de humedales en zonas costeras, y este fenómeno "tendrá repercusiones para los asentamientos humanos, la industria, el turismo, la agricultura y la naturaleza".

Todas estas alteraciones no podrán evitarse por mucho que disminuyan las emisiones de gases contaminantes a la atmósfera, por lo que la comunidad científica considera imprescindible adaptarse al nuevo escenario lo antes posible, algo que es factible en países desarrollados siempre que exista la conciencia y la voluntad necesarias.

sandoval @arrakis.es

Adaptarse al cambio

El informe del Centro de Cooperación del Mediterráneo de la UICN no sólo detalla los problemas y las amenazas que se ciernen sobre regiones como la andaluza, sino que también incorpora algunas soluciones. Estrategias para adaptarse al cambio climático sin que este fenómeno reduzca la calidad de vida, el desarrollo económico o la biodiversidad de los espacios naturales.

La primera estrategia consistiría en reducir el riesgo de variabilidad hidrológica, algo que puede conseguirse con "programas preparatorios a inundaciones y sequías que incorporen nuevos modelos de gestión para regular los vertidos, la erosión o el arrastre de sedimentos". Asimismo, deberían mejorarse las infraestructuras para hacerlas menos vulnerables a estos episodios extremos.

Una segunda estrategia debería centrarse en el ajuste de la demanda y oferta de agua, claramente desequilibrada en la actualidad. En este capítulo entrarían diferentes medidas orientadas a aumentar la eficiencia en el uso de este recurso, al mismo tiempo que se desarrollan sistemas para optimizar la oferta sin originar graves impactos ambientales en el entorno.

Por último, habría que buscar un cierto equilibrio entre las necesidades de agua que manifiesta la población y aquellas otras que son imprescindibles para el mantenimiento de determinados ecosistemas particularmente valiosos. En definitiva, y en contra de lo que viene sucediendo en los últimos años, "hay que reconocer y mantener los servicios ecológicos de ríos y humedales, garantizando unos caudales mínimos adaptados a sus ciclos naturales y a las propias estaciones del año".

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