El Tratado de Niza, sin fecha de caducidad
"No es una crisis dramática", decía ayer el presidente francés, Jacques Chirac. "Lo ocurrido es comprensible, no ha pasado nada irreversible", añadía el primer ministro británico, Tony Blair. En efecto, como ayer se encargaban de reiterar los líderes, las instituciones de la Unión seguirán funcionando con normalidad y, para su gestión, Europa ya tiene el ahora denostado Tratado de Niza, aprobado en diciembre de 2000 bajo la presidencia de Chirac y en vigor desde febrero pasado, a excepción del capítulo sobre el reparto de poder. La Constitución derogaba Niza a partir de 2006 o 2007, pero no su reparto de poder, cuya vigencia seguiría hasta 2009.
Fue ese reparto de poder el que tanto benefició a España y Polonia, que en el reparto de votos le correspondieron 27 a cada uno de ellos, sólo dos menos que a los cuatro grandes (Alemania, Francia, Italia y Reino Unido), sobre un total de 345 en una UE con 27 Estados. La minoría de bloqueo es de 90 votos, fáciles de obtener para España y Polonia con la ayuda de algunos aliados. A cambio, España perdió 14 de los 64 escaños que hoy tiene en la Eurocámara.
Pero, al seguir vigente Niza, es Alemania el gran perdedor por el momento, y de ahí el gran enfado del canciller Gerhard Schröder. La Unión Europea siempre se ha basado en la paridad de peso y poder entre Alemania y Francia. Schröder intentó, sin éxito, romperla en Niza, pero Chirac se lo impidió. El actual proyecto constitucional, por el contrario, establece que el poder de cada país estará en relación directa con su población, con la consiguiente enorme ventaja para Alemania (82 millones de habitantes, el 17% de la UE). Es ése realmente el gran cambio revolucionario que establece el texto constitucional que ayer quedó en entredicho. Berlín ha perdido una magnífica oportunidad para mandar más que nadie. Ahora, nadie sabe si Francia volverá a darle otra.
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