Los criterios de evaluación del Consejo Europeo de Bruselas
La sociedad mediática tiene una forma particular de presentar los acontecimientos. Si el próximo sábado los dirigentes europeos salen de la reunión con el rostro sonriente para posar para la "foto de familia", tras haberse resignado a un mal compromiso constitucional, los titulares proclamarán: "Acuerdo de última hora en Bruselas. ¡Europa, salvada!". Si, por el contrario, resulta que los dirigentes de un gran número de Estados grandes, medianos y pequeños que representan a la mayoría de la población se comprometen a aprobar una Constitución clara y equilibrada, mientras que otros Estados, expresando sus críticas, aplazan su acuerdo y remiten su aprobación a un plazo posterior (lo que sucedió en Estados Unidos en 1787), el tono de los titulares sería dramático: "Fracaso en Bruselas. ¡Europa, cada vez más dividida!".
Sin embargo, la realidad es casi exactamente la opuesta. Un mal compromiso sobre una Constitución mutilada sumiría a la Unión Europea en una situación de impotencia e ineficacia, de la que inevitablemente estaría condenada a salir mediante una crisis. Las posibilidades de unidad europea quedarían comprometidas por mucho tiempo. Sin duda, el Parlamento Europeo, al afirmar con fuerza su identidad política, emitiría una opinión crítica, provocando el rechazo en la ratificación por parte de algunos Parlamentos nacionales. Si, por el contrario, se llega a un acuerdo sobre un proyecto de Constitución claro y democrático -aunque no reúna todavía una unanimidad completa-, abrirá el camino, dibujará la perspectiva de la Europa del mañana. Tarde o temprano, las reservas desaparecerán y se producirán las adhesiones, como también ocurrirá en la Convención. Y llegará el momento de acometer el proceso de ratificación. Recordemos a este respecto que las disposiciones relativas a las instituciones europeas sólo podrán entrar en vigor durante la renovación de 2009. La buena Constitución se convertirá entonces en la Constitución de toda Europa.
¿En función de qué aspectos deben leerse los resultados esperados del Consejo Europeo de Bruselas?
1. Atribución de la personalidad jurídica a la Unión Europea.
2. Una presidencia estable del Consejo Europeo de la Unión, por dos años y medio, renovable una vez.
3. Un ministro de Asuntos Exteriores, miembro del Consejo y de la Comisión, y presidente del Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores.
4. Un Parlamento Europeo con plena competencia legislativa y poderes presupuestarios.
5. La votación por mayoría cualificada del mayor número de decisiones que entren dentro de las competencias de la Unión.
6. A través del voto por mayoría cualificada, la aprobación de la regla de la doble mayoría: mayoría de Estados que represente al menos el 60% de la población de la Unión. Regla que protege a los pequeños Estados, mayoritarios en número, pero que garantiza la aprobación de la mayoría de los ciudadanos de la Unión.
7. Una Comisión que proponga y gestione el bien común europeo, actuando bajo la autoridad de su presidente. Comisión compuesta por un Colegio Europeo restringido e independiente de los Gobiernos de los Estados miembros.
8. La inclusión en la Constitución de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión.
La comparación de estos objetivos y de las decisiones anunciadas en Bruselas permitirá a cada cual juzgar si Europa contará, como esperamos ardientemente, con una Constitución digna de este nombre, que organice para ella un régimen claro, eficaz y democrático, capaz de marcar el camino durante un largo período, o si deberá contentarse con malvivir en la confusión y los compromisos, a la espera de que renazca -¿pero cuándo y cómo?- una nueva voluntad política.
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