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Columna
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En Cuba

Rosa Montero

"Sólo delante de mi máquina de escribir me siento libre. Estoy seguro de que no puede ser un crimen informar profesional y objetivamente sobre la sociedad en la que vivo", dijo en 1999 el poeta y periodista cubano Raúl Rivero. Cuatro años más tarde, ya se sabe, le detuvieron. El pasado mes de abril, Raúl y setenta personas más, profesores, periodistas, intelectuales, fueron sometidos a un juicio de opereta bufa y condenados a penas estruendosas. A Rivero le cayeron veinte años por el crimen imposible de informar, de pensar, de escribir. En su juventud, Rivero trabajó en la prensa oficial y recibió varios premios institucionales por su poesía. Pero en 1991 tuvo la coherencia de romper con el castrismo y el inmenso coraje de quedarse dentro de la isla construyendo un futuro democrático para todos.

En 1995 fundó la agencia de prensa Cuba Press; era una agencia clandestina, porque en Cuba no se permite ninguna versión de la realidad que no sea la oficial. "Admirad que para asumir el mundo en que vivo / empuño solamente esta pluma", escribió Rivero en 1996 en un poema. Y yo le admiro, desde luego, cómo le admiro. De la misma manera que admiro a todas esas personas que siguen manteniendo la llama de la dignidad y de la libertad en Cuba, pese a las presiones, a las condenas y al terror. Hace dos meses, periodistas independientes se atrevieron a sacar a la calle el tercer número de la revista De Cuba, que fue la que provocó la caída en prisión de Rivero y de otros periodistas, como Ricardo González, su director. Sin embargo De Cuba se sigue editando, como una pequeña y empeñosa flor de páginas fotocopiadas y pensamientos libres. Claudia Márquez, responsable actualmente de la revista, fue detenida durante dos horas el 30 de octubre; la intimidaron para que De Cuba no saliera más, la chantajearon con su hijo de seis años. El marido de Claudia, el opositor Osvaldo Alfonso, ya está en la cárcel, condenado a dieciocho años. Pero, pese a todas estas amenazas y a tanto dolor, Claudia y muchos otros siguen adelante con De Cuba, empuñando, al igual que Rivero, admirables palabras contra los verdugos. Emociona verles, tan desnudos, con la sola fuerza de su dignidad y de la justicia.

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