Refinerías destruidas
Irak cuenta con una decena de refinerías y casi todas fueron seriamente dañadas durante la guerra. Hasta enero de este año, se calculaba que la capacidad de refino iraquí era de unos 415.000 barriles diarios (sólo la capacidad de Repsol YPF en España es de 740.000) y hoy, tras la guerra, no llega a la mitad.
Cuando terminó la guerra a finales de abril los primeros expertos estadounidenses calcularon que el país iba a necesitar en torno a una capacidad de refino de medio millón de barriles diarios para no sufrir desabastecimiento. Para ello, debía conseguirse inversiones urgentes para las refinerías de Baiji, Basora, Dora y Nasiriya, que salieron muy dañadas de la guerra. Además, se planeó una nueva refinería cerca de Babilonia con una inversión de mil millones de dólares.
Nada de esto se ha hecho aún. En parte por los constantes actos de sabotaje contra los activos petroleros del país, así como por el retraso de la puesta en marcha de un proyecto de reconstrucción de toda la industria petrolera iraquí.
Durante la cumbre de donantes celebrada en Madrid de finales de octubre pasado, los representantes del sector petrolero estatal iraquí no presentaron oportunidades de inversión en el sector de la exploración y producción, como se esperaba, sino en el sector de refino.
El problema es que el sector del refino requiere cuantiosas inversiones que ninguna empresa está dispuesta a hacer sin garantías de seguridad, algo que Irak está lejos de poder ofrecer en este momento.
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