Bienvenidos en los Balcanes
Los 1.600 soldados españoles de Bosnia y Kosovo cuentan con el apoyo de la población
En el despacho del coronel Del Castillo, instalado en un contenedor del aeropuerto militar de Mostar, al sur de Bosnia-Herzegovina, cuelgan los retratos de casi una veintena de antecesores suyos en una misión que comenzó en el otoño de 1992. Desde que el entonces coronel Francisco Javier Zorzo se desplegara por el corredor del Neretva con más de un millar de legionarios, en plena guerra de Bosnia, decenas de miles de soldados españoles han participado en las misiones en la antigua Yugoslavia. A los militares desplegados en Bosnia se unieron en 1999 otras unidades destacadas en Kosovo tras el final de los bombardeos sobre Serbia y el establecimiento de un protectorado internacional en esta provincia de mayoría albanesa. Cerca de 1.600 militares españoles (unos 800 en Bosnia y otros tantos en Kosovo) permanecen en los Balcanes en misiones a largo plazo, que nadie sabe cuándo terminarán. "Habrá una progresiva reducción de efectivos", comentó el coronel Del Castillo a este diario la semana pasada, "pero nuestra presencia en la ex Yugoslavia puede prolongarse tres o cuatro años más".
Los jefes militares auguran una larga presencia en la antigua Yugoslavia
La inmensa mayoría de españoles es favorable al despliegue balcánico y rechaza el de Irak
Pero las diferencias con la participación española en la ocupación de Irak, que dirige Estados Unidos, son sustanciales. Las tropas multinacionales en la antigua Yugoslavia siempre fueron percibidas como fuerzas de interposición y pacificación y no de ocupación, (primero como cascos azules de la ONU en el periodo entre 1992 y 1995 y después como fuerzas de la OTAN) tanto por la población como por las autoridades civiles y los jefes militares. Al margen de las disputas entre las grandes potencias sobre la forma de acabar con las guerras balcánicas de los noventa, la comunidad internacional se puso de acuerdo sobre la planificación de la posguerra y pactó resoluciones de la ONU, aunque en el caso de Kosovo los bombardeos no contaron con el aval de Naciones Unidas. En el complejo militar de la OTAN en Mostar figuran a la entrada, junto a la bandera de España, las enseñas de Alemania, Francia, Italia y Marruecos. Toda una escenificación de la implicación en Bosnia de países muy dispares. Algo que no ha ocurrido en la posguerra iraquí. Buena prueba de estas notables diferencias es que la mayoría de la población española respaldó y respalda la implicación militar en la ex Yugoslavia mientras se opone a la presencia en Irak.
Tanto Bosnia como Kosovo son, en la letra y en el espíritu, protectorados internacionales. La tutela política y militar, las cuantiosas inversiones económicas en la reconstrucción y un calendario de normalización democrática se han ganado, en buena medida, el apoyo social y político. Por ello, la presencia internacional en la antigua Yugoslavia puede prolongarse durante décadas. "En definitiva", manifestó el coronel Del Castillo, del Mando de Artillería de Campaña, con sede en León, "nuestra misión consiste en hacer cumplir los acuerdos de Dayton que terminaron en 1995 con la guerra en Bosnia. Control de armas, vigilancia de rutas y colaboración con la ayuda humanitaria componen nuestro trabajo".
Al igual que sus compañeros de Bosnia, los 800 militares destacados en Istok, al norte de Kosovo y cerca de la frontera de Montenegro, permanecen destinados en los Balcanes durante periodos de seis meses. "Algunas unidades han participado ya en varias misiones", declaró el comandante Emilio Pelegrina la pasada semana en la Base España, en Istok. "La mayoría de efectivos en Kosovo procede de la Brigada Mecanizada 11, de Badajoz, que ya estuvo un total de dos años en Bosnia".
Las instalaciones de Kosovo (viviendas, oficinas y talleres prefabricados en el interior de un perímetro de 1,6 kilómetros) indican claramente que las autoridades militares españolas cuentan con que la presencia en la provincia serbia de mayoría albanesa se prolongue durante mucho tiempo. Comedores, gimnasio, campos de deporte e incluso un pequeño hospital de campaña auguran una larga estancia. "Kosovo está pendiente de que se defina su futuro status político. Entretanto, el despliegue militar multinacional será necesario", señaló en Istok el coronel Martín Aragonés, que está al frente de los cerca de 800 soldados españoles. Además, las tareas de la OTAN en Kosovo -que incluyen un contingente de Estados Unidos al igual que en Bosnia- resultan en la actualidad más complicadas por la necesidad de proteger el todavía inseguro y difícil retorno de refugiados serbios que abandonaron sus hogares en 1999.
El despliegue español en la antigua Yugoslavia se ha cobrado también su precio en muertos y en heridos. En Bosnia perdieron la vida, entre 1993 y 1999, un total de 18 militares, bien en accidentes o bien en ataques de los bandos en litigio durante la guerra (serbios, croatas y musulmanes). En Kosovo, tres militares han muerto desde 1999 en accidentes. Las autoridades musulmanas y croatas de Mostar decidieron bautizar una de plazas de la capital de Herzegovina con el nombre de España. Allí se levanta un monolito en recuerdo de los muertos españoles. Otra gran diferencia con Irak.
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