España sabe jugar en la hierba
La victoria de Moyà sobre Philippoussis deja abierta la final contra Australia, tras una dura derrota de Ferrero con Hewitt
Algo ha cambiado en el equipo español de Copa Davis y es importante. La derrota que en la madrugada de ayer le infligió Carlos Moyà a Mark Philippoussis por 6-4, 6-4, 4-6, 7-6 (7-4) no sólo deja abierta la final contra Australia que se está disputando en Melbourne, sino que supone un replanteamiento general de futuro. Moyà empató la eliminatoria a un punto, después de que Juan Carlos Ferrero perdiera un partido agónico frente a Lleyton Hewitt por 3-6, 3-6, 6-3, 7-6 (7-0), 6-2 en 3 horas y 49 minutos. Al final de la primera jornada se llegó con el resultado previsto por los capitanes españoles, el G-3. Pero el silogismo se resolvió de una forma distinta a la prevista: todos los pronósticos daban por seguro que el punto lo aportaría el valenciano.
Ferrero no ganó un punto en el desempate y encaró el quinto 'set' cediendo su saque en blanco
La final queda ahora abierta y pinta bien para España. Pase lo pase con el doble, que debía disputarse esta madrugada, no hay que descartar la posibilidad de que Ferrero y Moyà ganen los dos últimos individuales ante Philippoussis y Hewitt, respectivamente. "Ahora", aseguró Jordi Arrese, capitán español, "los enfrentamientos favorecen a nuestros jugadores. Y ellos tienen motivos para sentirse nerviosos". La victoria de Moyà rompe la dinámica que se había establecido en las dos históricas finales de 1965 y 1967. En ambas ocasiones, Australia había sentenciado ya la eliminatoria por 3-0 cuando Manuel Santana ganó a Roy Emerson y a John Newcombe, respectivamente.
El triunfo de Moyà reivindica a un equipo que históricamente ha tenido el déficit de sufrir excesivamente en las eliminatorias que disputa fuera de casa. Para Ferrero, esta final es sólo la segunda vez que juega de visitante. Lo había hecho en Holanda, donde su derrota inicial ante Baemon Sluiter (107º mundial en aquel momento) abrió el camino hacia una debacle (4-1) que ni Moyà ni la pareja Balcells-Corretja pudieron frenar. Aquello ocurrió hace dos años y pesó como una losa sobre las cabezas de sus protagonistas. Sin embargo, el problema no era sólo suyo. Desde 1990, España ha disputado 14 eliminatorias fuera de su territorio y sólo ha ganado cinco. El último triunfo lo logró en Nueva Zelanda en 1999 para asegurarse la permanencia. Pero en todos estos años, sólo se han producido dos victorias realmente importantes: la de 1998 en Brasil (2-3), que abrió el camino hacia las semifinales, y la de Moscú, en 1990 (1-4) para seguir en el Grupo Mundial.
Ayer no se ganó la final, pero tanto Moyà como Ferrero constataron que España ha dejado de ser un país mediocre cuando no juega en casa y en tierra batida. Los australianos eligieron la hierba pensando que era la peor superficie para sus rivales. Y es cierto. Curiosamente, cuando el jueves le preguntaron a Moyà sobre los recuerdos que le traía su último partido en hierba, hacía dos años y medio en Wimbledon, respondió con un simple y sincero: "No me acuerdo". Diez días de entrenamientos en Melbourne les han bastado a él y a Ferrero para ajustar sus golpes y moverse con soltura en esta superficie deslizante.
Dos factores acudieron también en su ayuda. El hecho de que el juez árbitro obligara a dejar la longitud de la hierba en 5,5 milímetros y no en 4,5 como los australianos habrían querido, y el fuerte calor -32º ayer en la pista- que ha secado y endurecido la arena. "Eso nos ha favorecido, porque la bola botaba más alto y todo se desarrollaba con más lentitud", señaló Moyà. Sin embargo, por encima de estos valores, surgió la calidad de dos jugadores dispuestos a dejarse la piel en la pista para lograr el objetivo de ganar la Ensaladera por segunda vez para España, rompiendo las predicciones de ex jugadores como John Newcombe, capitán australiano en 2000, que aseguró: "Si Hewitt supera a Ferrero, todo estará decidido, porque no veo cómo Moyà puede ganar a Philippoussis". O Patrick Rafter, que vaticinó un claro 3-0 para su país.
"Esas cosas te motivan", dijo ayer Moyà. "Lo normal es que Mark me gane en hierba. Pero ellos han sido jugadores y no deben hablar así. Me parece un desprecio hacia un ex número uno como yo. Deberían saber que conmigo nada es previsible. Soy capaz de jugar muy bien en situaciones límite. Y esta vez estoy muy motivado y sabía que estaría a la altura". El mallorquín mantuvo siempre un excelente nivel de efectividad con su saque y eso le permitió arriesgar en el resto. Colocó bajo una presión constante a Philippoussis que, irregular con su saque, no dispuso de sus primeras bolas de break hasta entrada ya la segunda manga -0-40 en el sexto juego-.
Salvada aquella situación, el español sólo tuvo un lapsus de concentración en el tercer set. Philippoussis, desesperado y mostrando la fragilidad de su juego, pidió insistentemente ayuda al público, incitándole a que le animara. Pero el mallorquín no se dejó intimidar y resolvió la cuarta manga en el desempate, cuando conectó en el resto un drive paralelo que Philippoussis sólo pudo ver pasar. Era el 5-3. "Entonces pensé que el partido era mío", dijo Moyà. "Y la lástima es que Juan Carlos no pudiera rematar su partido, porque ahora podríamos estar 2-0 arriba y tener la eliminatoria casi sentenciada".
Ferrero desarrolló un tenis de gran calidad mientras su físico se lo permitió. Y pareció tener el partido bajo control cuando remontó un 5-3 en contra en la cuarta manga y forzó el desempate. Entonces ganaba por dos sets a uno. Pero en el desempate no ganó ni un punto, y encaró la quinta manga cediendo su saque en blanco. Algo le estaba ocurriendo, porque comenzó a tener problemas con su saque y a moverse con menos fluidez. "Ha sido un partido muy largo y duro", explicó luego Ferrero. "He llegado muy cansado al final del cuarto set, probablemente por culpa de la sinusitis que arrastro. Lo he dado todo. Sólo me faltó ganar". Cascales, su entrenador, explicó que Juan Carlos tomó antibióticos hasta el pasado jueves. "Por eso le faltó físico. Pero estará completamente recuperado para el domingo".
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