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Reportaje:

200 carteles contra la guerra de Irak

Un libro reúne obras de artistas de todo el mundo que los cedieron gratuitamente a través de Internet

Carteles contra la guerra. Signos por la paz, coordinado por el estadounidense James Mann, reúne una selección de casi 200 carteles que se colgaron en Internet de forma desinteresada para que todo el mundo pudiera utilizarlos en las manifestaciones a favor de la paz. "El conflicto con Irak ha provocado entre los diseñadores una movilización extraordinaria, sólo equiparable a la que se produjo en contra de la guerra de Vietnam", explica la historiadora del diseño Raquel Pelta, autora del prólogo. Algunos carteles recuperan y actualizan colores, grafismos y tipografías de pósteres de la primera mitad del siglo XX. Otros se inspiran en cómics y en revistas satíricas y también se incluyen algunos de tendencias más innovadoras.

Parte de los beneficios de 'Carteles contra la guerra' serán para Amnistía Internacional
Los diseñadores gráficos no se habían movilizado tanto desde la guerra de Vietnam

La idea se le ocurrió a James Mann (Hawai, 1971), durante la manifestación contra la invasión de Irak en Barcelona el pasado 15 de febrero. "Observé que la gente anónima había ideado carteles interesantes y pensé que, a través de Internet, artistas y diseñadores gráficos también podíamos solidarizarnos con el movimiento global de protesta colgando nuestras creaciones libres de derechos". Mann reside en Europa, entre Barcelona y Francfort, desde 1999.

Reunir los carteles no le fue fácil, pero le llegaron unos mil, de los que seleccionó 200. Unos se los enviaron directamente los autores, pero para conseguir otros tuvo que investigar, pues los había visto en reportajes de prensa o televisión. Éste es el caso, por ejemplo, de Coexistence, del polaco Piotr Mlodozeniec, que dibuja esta palabra con los tres símbolos de tres grandes religiones: la media luna, la estrella de David y la cruz.

Otro de los problemas a que tuvo que enfrentarse es que algunos artistas retiraron los carteles después de habérselos enviado. "Tenían miedo de que, al aparecer en un libro, sufrieran represalias". Algunos han preferido firmar con seudónimo por el mismo motivo, como un diseñador que trabaja para Walt Disney y para la firma Nike.

No todas las editoriales a las que se dirigió estuvieron dispuestas a publicar el libro. Finalmente fue la veterana Gustavo Gili, fundada en Barcelona en 1902 y especializada en arquitectura, diseño y urbanismo, la que lo hizo.

Carteles contra la guerra será presentado el próximo 1 de diciembre en el FAD, en Barcelona, donde se pondrá a la venta una edición limitada de pósteres en beneficio de Amnistía Internacional. Tanto el autor como la editorial han acordado asimismo ceder el 2% de los ingresos por la venta del libro a esta ONG. El libro cuesta 30 euros. Gustavo Gili lo distribuirá en España y Latinoamérica, y una editorial suiza lo traducirá al inglés, francés y alemán a principios de 2004.

Mann se ha ocupado también del diseño del libro, en el que los carteles aparecen agrupados por temas: no más sangre a cambio de petróleo, parodia y sátira, daños colaterales, coalición contra las fuerzas aliadas y signos por la paz. El conjunto es de impacto. George W. Bush es quien sale peor parado, seguido por Tony Blair y, a distancia, por José María Aznar.

"He aprendido de las ideas de los europeos", afirma Mann, "de cómo la política de Bush está afectando al resto del mundo. Eso es lo que me convenció de que tenía que hacer algo, que era responsabilidad mía".

De la misma opinión es Raquel Pelta, profesora del Colegio Universitario de Segovia, de Elisava de Barcelona y de Instituto Europeo di Design de Madrid. "Vivimos un momento en que no caben respuestas tibias". Pelta asegura que los diseñadores gráficos no se habían comprometido tanto desde la guerra de Vietnam. "O, si nos remontamos más en el tiempo, a la movilización que surgió espontáneamente durante la Guerra Civil española".

"En la I Guerra Mundial, el cartelismo fue impulsado por la política gubernamental para llegar a la gente", explica la historiadora. "En la Guerra Civil, el movimiento fue al contrario, surgió de manera popular, desde abajo", impulsado por artistas como Carles Fontseré, aunque luego los sublevados también se apuntaron a "la propaganda a través del cartelismo". "En Vietnam, el signo fue pacifista, y lo mismo ha sucedido ahora con la guerra de Irak".

Tanto Pelta como Mann opinan que la situación mundial es muy preocupante. "Se está transmitiendo miedo e inseguridad, y esto es algo que va más allá de la guerra" "Como explicó el historiador y crítico del diseño Rick Poynor, la imagen no es neutra. Desde 1998, los diseñadores en general se han comprometido a manufacturar la realidad contemporánea. No podemos cambiar el mundo, pero tenemos la responsabilidad de hacer algo".

Durante la década de los ochenta y buena parte de los noventa, los artistas gráficos estuvieron "absortos en su propia disciplina y en el cambio tecnológico que se estaba produciendo", afirma Pelta. "No hubo reacción de los diseñadores ante la primera guerra del Golfo, porque existía una enorme despolitización, pero las cosas han cambiado".

James Mann añade que, para la reorganización de los grafistas, ha sido básico Internet. "La manifestación mundial contra la guerra de Irak no se hubiera producido en tantos países el mismo día si no hubiera existido la Red. Para nosotros, los diseñadores, se ha convertido en una plataforma política de intercambio, mientras que la televisión se ha quedado para el entretenimiento. De lo que tenemos miedo ahora es de la tendencia que se apunta en Estados Unidos de controlar también Internet".

El libro incluye, además de la reproducción de los carteles, excelente, una introducción de Nicolas Lampert, artista y profesor de historia del arte político del Instituto Milwakee de Arte y Diseño (Estados Unidos), que traza un recorrido por el arte antibelicista. Se muestra, por ejemplo, el conocídisimo cartel de Montgomery Flagg, protagonizado por el Tío Sam, que apunta con el dedo y dice: "I want you for de US Army". Lo realizó en 1916 con el objetivo de reclutar soldados para la I Guera Mundial. De muy distinto signo, pero a imitación, es el que se hizo en 1971 contra la guerra de Vietnam. En él aparece un Tío Sam derrotado, que dice: "I want out" ("Quiero abandonar"). Y otro, de ahora, muestra el mismo diseño y el mismo gesto, pero la imagen es de Bin Laden, que apunta con el dedo y dice: "I want you to invade Iraq".

Carteles contra la guerra se completa con amplia información sobre las páginas web contra la guerra de Irak y con los datos de las ciudades y número de ciudadanos que participaron en la manifestación del 15 de febrero.

Arriba, <i>Tic-Tac-Toe,</i> de Thomas Delacroix & Agnieszka Dellfina; en el centro, <i>Coexistence,</i> de Piotr Mlodozeniec; abajo, a la izquierda, <i>El orgullo masculino de George W.,</i> de Barbara Steinitz; a la derecha, <i>Bad habit, </i>de Dylan.
Arriba, Tic-Tac-Toe, de Thomas Delacroix & Agnieszka Dellfina; en el centro, Coexistence, de Piotr Mlodozeniec; abajo, a la izquierda, El orgullo masculino de George W., de Barbara Steinitz; a la derecha, Bad habit, de Dylan.

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