La cara y cruz de la investigación
Los proyectos de Física, Química y Matemáticas son los más valorados en la Universidad de Sevilla
Mucha física y química en la Universidad de Sevilla. Estas dos materias, junto a las matemáticas, obtuvieron las mejores notas en el año 2002, según los datos de la memoria de investigación presentada por la universidad andaluza. De los 445 grupos sevillanos de investigación evaluados por el Plan Andaluz de Investigación (PAI) de la Consejería de Educación, 119 obtuvieron la calificación de "excelencia" y las mejores notas las consiguió el grupo de ciencias "puras".
Unos datos que desde fuera brillan aunque desde dentro se vuelven más oscuros. Porque la situación de los investigadores es bastante difícil y porque el dinero no llega desde la administración. Una lectura de los demás datos de la memoria revela que, por ejemplo, una fuente de financiación como es el plan nacional I+D da menos dinero a los proyectos de investigación en el año 2002 que en 2001.
Esto se explica, según el vicerrector de Investigación de la Universidad de Sevilla, Saturio Ramos Vicente, así: "Los proyectos son de tres años y se suele dar más dinero el primer año que en los dos siguientes. El pasado año fue el final de muchos de ellos y estos datos no tienen que indicar necesariamente que el presupuesto sea menor".
"Precarios"
Unos datos puntuales que tampoco indican la situación real de los becarios. "Los becarios se denominan precarios" ironiza el vicerrector que indica que "al no estar la carrera de investigación perfilada, los investigadores contratados suelen ser seniors con 40 años sin estabilidad futura". "Las plantillas en la universidad no aumentan pues el número de alumnos se estanca, sin embargo hacen falta recursos", añade.
Para Saturio Ramos la solución sería que la Ley Andaluza de Universidades definiese el perfil del investigador. "La Junta de Andalucía debería diseñar una carrera específica de investigador y poner un plan de financiación al lado. Un plan que seguro podrán poner en marcha dentro de poco las universidades de Madrid o de Barcelona aunque no las andaluzas por el déficit presupuestario que tenemos", señala. Un panorama difícil que no tiene de momento salida para el vicerrector, aunque no ha impedido que los estudiantes se vuelquen en la investigación.
La Universidad de Sevilla está a la cabeza de la lista en cuanto a solicitudes de patentes, con 33 este año. Por detrás se sitúa Málaga (21), Granada (12) y Córdoba (8). Almería y Cádiz empatan con siete solicitudes y cierran el grupo Huelva con tres, Jaén con dos y la universidad sevillana Pablo de Olavide, con una.
Estos datos son lógicos para Saturio Ramos ya que "la Universidad de Sevilla es la más grande y es el mayor centro de investigación de Andalucía" y también reflejan "el buen momento que vive la producción científica con muchas publicaciones en las revistas de prestigio". "Hay una cultura mayor y se ha revalorizado lo científico" añade.
Prueba de ello es el mayor número de solicitud de patentes. El caso de la Universidad de Málaga es el más claro pues ha pasado de las cinco que se pidieron el año pasado a las 21 de éste, que todavía no ha finalizado. La Universidad de Sevilla pasó de 21 solicitudes a 33.
Estos datos indican para Concha Rodríguez, miembro de la Oficina de Transferencias de Resultados de Investigación (OTRI), que los investigadores se han dado cuenta de que "tienen que patentar y después publicar".
Un proceso largo que termina con la concesión de este derecho de monopolio por parte del Estado a cambio de que los investigadores se comprometan a hacer pública la invención.
Los requisitos que tienen que tienen que pasar un invento para obtener la patente son: la novedad (que no haya sido divulgado de ninguna forma); la actividad inventiva (que no se deduzca de lo que ya exista pues sería modelo de utilidad en ese caso) y la aplicación industrial que deja fuera a los métodos matemáticos y los programas de ordenador que estarían defendidos por la propiedad intelectual.
Consulta
Para ver que esto lo cumple el proyecto, el investigador realiza una primera consulta en una base de datos para ver si ya existe el invento. Después lo describe en una memoria para justificar la novedad, se reivindica como obra del investigador y se remite a la Oficina Nacional de Patentes.
Un trámite que a los investigadores universitarios no les cuesta nada y a un particular 600 euros. Sólo los trámites pues después el interesado debe gastarse alrededor de 2.000 euros más los costes anuales. Una patente con una vigencia de 20 años puede costar cerca de 2.000 euros en España y 12.000 en el extranjero.
Crear cerámica con madera
"Cerámica Estructural de Altas Prestaciones y Bajos Costes, SIC Biomórfico" es el nombre de la investigación de los profesores Arturo Domínguez, Julián Martínez y Antonio Ramírez junto a otros doce docentes y diez estudiantes de doctorado. El proyecto consiste en la fabricación de cerámicas de carburo de silicio mimetizando la estructura de la madera. Así se consiguen, según Martínez, "unos materiales que aguantan temperaturas cercanas a los 2.000 grados". También tiene una dureza espectacular pues 15 coches se pueden posar encima de un centímetro cuadrado de este material sin que se rompa.
La patente está en tramitación desde 2001 y busca su extensión internacional y nacional. El grupo ha pedido un millón de euros al Instituto de Fomento de Andalucía para buscar otras aplicaciones. Un dinero que denegó el Gobierno y que se necesita para seguir investigando y aplicar este material cerámico en los sistemas solares y tiene utilidad médica. De momento se ha comprobado, según Martínez, su biocompatibilidad o lo que es lo mismo: que dado que la toxicidad es muy baja, es bioactivo y puede ser integrado en tejidos vivos.
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