Los 34 países americanos sellan en Miami un acuerdo comercial vacío de contenido
El pacto deja fuera temas espinosos como los subsidios agrícolas o la propiedad intelectual
Los 34 países que negocian un Acuerdo de Libre Comercio para las Américas (ALCA) llegaron ayer en Miami a un compromiso ambiguo que les permite seguir debatiendo, pero que deja en el aire los aspectos más espinosos, como los subsidios agrícolas o la protección de la propiedad intelectual. En palabras de uno de los delegados, el acuerdo alcanzado "pospone la confrontación". El llamado acuerdo a la carta con el que se clausuró la octava ronda de negociaciones posibilita también el que Estados Unidos y Brasil puedan reclamar su correspondiente parcela de victoria.
Estados Unidos y Brasil, copresidentes de la ronda del ALCA, partieron de posturas irreconciliables que se han saldado con un pacto flexible, que incluye las propuestas de ambos sin que ninguno arriesgue sus intereses, y deja a los demás países un margen para que se adhieran al ritmo que consideren. Washington aspiraba a un acuerdo amplio que extendiera el que ya tiene con México y Canadá, pero ha aceptado dos niveles de compromiso "a la medida de las posibildades de cada socio". En el primer nivel se establece un conjunto de obligaciones y derechos "mínimos", un denominador común para el ALCA, y el segundo coexistitirá con acuerdos bilaterales o regionales, siempre que no excedan lo establecido en los parámetros generales.
Quien sale ganando con los pactos bilaterales es EE UU. El principal objetivo de Washington es mantener sus ayudas agrícolas, imponer protecciones a la propiedad intelectual (tales como patentes farmaceúticas) y liberalizar las inversiones, opciones a las que se opone el bloque de Mercosur, encabezado por Brasil. Las economías más pequeñas están, sin embargo, más dispuesas a aceptar esas condiciones a cambio de tener acceso al mercado estadounidense, que representa tres cuartas partes de potencial mercado del ALCA, de 13 billones de dólares. Esta semana el representante comercial de EE UU, Robert Zoellick, ya anunció en medio de la ronda de Miami la apertura de negociaciones bilaterales con Colombia, Perú, Bolivia, Ecuador y Panamá. Que se sumarán a los pactos ya suscritos con México, Chile y el que está a punto de finalizar con Centroamérica.
Brasil, por su parte, ha reforzado su estrategia de negociar en bloque con sus socios de Mercosur sin tener que hacer concesiones. El ministro de Exteriores brasileño, Celso Amorim, dijo sentirse "satisfecho" con el pacto de Miami y admitió que habían cambiado la estrategia de confrontación que estancó la reunión de la Organización Mundial de Comercio en Cancún el pasado septiembre. "Esta ronda demuestra que EE UU y Brasil tienen buena química y nos permite avanzar hacia el plazo del 2005 [fecha prevista para la entrada en vigor del ALCA]".
Fase decisiva
Tanto Amorim como Zoellick reconocieron que la tregua de Miami no asegura que la siguiente fase de las negociaciones sea un camino de rosas. "Es un paso importante, pero ahora entramos en un momento decisivo en el que no faltarán las dificultades", señaló Zoellick al anunciar la clausura de la octava ronda del ALCA, un día antes de lo previsto. La agenda de negociaciones iba a concluir ayer a media tarde, pero los ministros convocaron apresuradamente una rueda de prensa de madrugada (1.30 de ayer, hora peninsular), tras un día de masivas protestas antiglobalización y anti-ALCA en las calles de Miami.
Las declaraciones del negociador de George Bush son una admisión implícita del cambio de clima político en Latinoamérica con respecto a las fórmulas neoliberales que predominaron en la última década en el continente, ahora devaluadas. Muchos países adoptaron el llamado Consenso de Washington, tras la Cumbre de las Américas de 1994, como si se tratara de la biblia del progreso, pero las crisis de los últimos años han decepcionado a un gran sector de los pueblos latinoamericanos, que a su vez están presionando a sus Gobiernos para que adopten medidas de "desarrollo con equidad".
El acuerdo marco aprobado esta semana dista mucho de aquella visión del 94 que pretendía extender el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC) al resto del hemisferio. Los socios de EE UU en el TLC, México y Canadá, han expresado frustración por el pacto de Miami, al igual que lo ha hecho Chile, que también mantiene un pacto bilateral con Washington. Los tres países creen que el acuerdo "a la carta" representa un paso atrás.
La ministra chilena de Exteriores, Soledad Alvear, manifestó que "esto no es lo que esperaban, pero representa la realidad de la región". En términos similares se expresó el ministro mexicano de Economía, Fernando Canales: "Entendemos que este acuerdo era a lo único que podíamos llegar". Pero el acuerdo de "mínimos" garantiza el avance del ALCA, haciendo posible que países como Venezuela, cuyo presidente, Hugo Chávez, ha acusado a EE UU de "colonialismo comercial", hayan aceptado las premisas de Miami.
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