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Los patronos, frente a las dos caras del sindicalismo

"La confrontación por la confrontación". Los empresarios vascos han definido así el papel que el sindicato nacionalista ELA está jugando en Euskadi. La primera fuerza sindical juega también un papel político clave. ELA cuenta con un 41% de la representación sindical y trabaja de la mano con LAB, el sindicato de la llamada izquierda abertzale, con casi un 16% de la representación. Ambas centrales forman la mayoría sindical en Euskadi. Frente a ellas, CC OO (condicionado por el papel de IU en el Gobierno vasco) y especialmente UGT realizan el papel de freno.

Fuentes de la patronal vasca Confebask aseguran que la estrategia de ELA pasa por elegir unas cuantas empresas emblemáticas para "desestabilizar". El papel político de ELA ha ido en una progresión constante con un único objetivo: el marco vasco de decisión, en lo laboral y en el resto. Siempre a la vanguardia política, estuvo en la primera declaración de defunción del Estatuto vasco en octubre de 1997 en Gernika (Vizcaya) junto a Eusko Alkartasuna, HB, LAB y el movimiento social Elkarri. Posteriormente impulsó Lizarra en 1998 y ahora es el motor social del Gobierno.

Todo vale para la causa

Un miembro del Círculo de Empresarios vascos asegura que hace unos años, en los encuentros de su organización con el lehendakari, el Gobierno se mostraba receptivo y preocupado ante las quejas por la acción de ELA. Sin embargo, hoy aseguran que se hace el sorprendido porque todo le sirve para la causa. En la política de ELA juega un papel decisivo José Elorrieta, su secretario general, quien ha hecho claves de su gestión la lucha nacionalista y el ataque a CC OO y UGT.

Las patronales, que durante años cultivaron a las centrales nacionalistas, ahora se lamentan y pactan siempre que pueden con UGT y CC OO. Si ELA, de la mano de LAB, se niega a firmar convenios sectoriales y de empresa y plantea subidas salariales y reducciones de jornadas voluntariamente inalcanzables, UGT y CC OO firman convenios de eficacia limitada, en minoría, que posteriormente se aplican a todos los trabajadores.

Tres conflictos sonados han sido los del hotel María Cristina en San Sebastián, cerrado ayer; el de ITP en Vizcaya, donde UGT firmó el convenio en minoría, y el de Mercedes. La multinacional alemana tiene abierto un conflicto que sólo gracias a un referéndum promovido por UGT entre la plantilla ha terminado con las movilizaciones y paros. El único objetivo de los conflictos es, según fuentes empresariales y de los sindicatos no nacionalistas, hacer ruido para asegurar que nada funciona. Lo peor, según José Manuel Farto, secretario general de la patronal alavesa, SEA, es que la presión de ELA va de la mano de LAB, única organización legal del autodenominado Movimiento de Liberación Nacional Vasco.

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