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Schröder: "Hay que renunciar a lo viejo para ir por nuevos caminos"

El canciller alemán intenta devolver la moral a un SPD en horas bajas

El canciller federal alemán y presidente del Partido Socialdemócrata (SPD), Gerhard Schröder, defendió ayer, en un discurso de 80 minutos ante el congreso del partido en Bochum, el programa de reformas de su Gobierno. Afirmó que al SPD le corresponde afrontar los desafíos de la globalización, asegurar la viabilidad del Estado social y lograr que Alemania recupere su liderazgo económico para tener peso en la política internacional.

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Para afrontar estos desafíos y "llevar Alemania de forma duradera a una posición de cabeza", sostiene Schröder, "tenemos que renunciar a lo viejo y atrevernos a ir por nuevos caminos". Al tiempo, defendió la necesidad de que Francia y Alemania "tiren de la misma cuerda" para avanzar de verdad en la política exterior y de seguridad y en la integración europea.

En su discurso, Schröder expuso, ante los 523 delegados del 54º congreso del SPD desde el final de la guerra, los argumentos para convencer a su partido de que no existe alternativa al camino emprendido por el Gobierno federal con el programa de reformas conocido como Agenda 2010. Renunció Schröder a la polémica contra la oposición. Los más de 500 delegados interrumpieron con aplausos unas setenta veces su discurso y al final le ovacionaron en pie durante tres minutos. El canciller recibió el aplauso con gesto emocionado e inclinaciones de cabeza.

La caída en picado del SPD en las encuestas y la deserción masiva de afiliados no se prestan al discurso emocional que resultaría grotesco en las actuales circunstancias. Por otra parte, el destino de las reformas se encuentra hasta mediados de diciembre en manos de la Comisión Mediadora entre las dos cámaras legislativas, donde la oposición cuenta con el mismo número de votos que el Gobierno. Por este motivo, no le convenía a Schröder atacar a la oposición con la que el Gobierno negocia la reforma fiscal y del mercado laboral.

Caída en los sondeos

Éste era el marco del que disponía Schröder, y sin duda lo aprovechó con un discurso sobre la necesidad de las reformas. Al tiempo, no escatimó masajes al deteriorado ego colectivo de un SPD cuesta abajo en la rodada en elecciones regionales y municipales, sondeos y cifras de afiliados. Para ello recurrió varias veces a la palabra "orgullo", el de ser socialdemócrata y el de presidir el SPD, "al que estoy afiliado desde hace 40 años". También insistió Schröder en que el SPD puede sentirse orgulloso de las conquistas en estos años de Gobierno y de que, por primera vez en la posguerra y por segunda vez consecutiva, haya sido el partido más votado en Alemania.

En uno de los contados ataques a la oposición, se preguntó Schröder qué habría ocurrido ante la guerra de Irak si la democracia cristiana (CDU) hubiese ganado las elecciones en septiembre del año pasado. También atacó, sin mencionar su nombre, a su antecesor, el democristiano Helmut Kohl, a quien acusó de sentarse sobre los problemas y dejarlos sin resolver, y de haber financiado de forma poco seria la unidad alemana.

Al hacer examen de conciencia, reconoció Schröder haber valorado con excesivo optimismo las posibilidades de crecimiento económico y añadió: "Tras los atentados del 11 de septiembre, la economía mundial cayó al sótano y los miedos devoraron la esperanza". Según el canciller, "los alemanes viven más al día y tienen menos hijos. Demasiado pocos para dejar las cosas así". A continuación expuso de forma palpable la situación de los seguros sociales: "En 1960 trabajaban cinco por cada jubilado. Hoy día sólo tres, y en el año 2030, cuando nuestros hijos se sienten aquí, por cada dos en activo habrá un jubilado. A esto se añade que los jubilados y jubiladas disfrutan de la renta el doble de tiempo que en 1960. Y la expectativa de vida aumenta sin cesar. ¡Gracias a Dios!, añado yo, que estoy a punto de cumplir 60 años".

Lo mismo ocurre con el seguro de enfermedad y el de dependencia, el de los ancianos que no pueden valerse por sí mismos. Según Schröder, estas cargas no se pueden financiar con una subida de las aportaciones, porque se incrementarían de forma insoportable los ya elevados costes no salariales en Alemania en una economía global. Como ejemplos de globalización, puso Schröder el del empresario en Renania del Norte y Westfalia que contrata los servicios de ingenieros en China con salarios mucho más bajos que en Alemania, y el del estudiante alemán que emigra a EE UU a vender allí sus conocimientos.

La única salida, dijo, ante la situación de los seguros sociales y los desafíos de la globalización son los recortes a las prestaciones.

Gerhard Schröder, durante su intervención ayer en el congreso del SPD.
Gerhard Schröder, durante su intervención ayer en el congreso del SPD.AP

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