¡Si yo fuera catalán!
No me importaría nada que toda España se llamase Cataluña, y que se gobernase desde allí. Sería catalán, tendría dos idiomas y escribiría en castellano. Irían a Barcelona reyes y gobiernos, y los más destacados cavernícolas del país se disputarían ser alcaldes y presidentes. Supongo que al cabo de unos años Barcelona sería tan malaje (¡si yo fuera andaluz!) como es ahora Madrid; y Madrid, una Barcelona culta, tranquila, reposada, cosmopolita. Los vascos dejarían de reivindicar su superioridad psicofísica, porque con Cataluña no tienen problema. Abc saldría en Barcelona, y aquí vendría la fina Vanguardia y el audaz Periódico. En materia de gobernadores civiles, todo sería igual. A menos que desaparecieran. (Al margen: cuántos cargos son inútiles, y cuántos cientos de personas que tiene cada cargo en torno; podrían aliviar el presupuesto y dejar sus sueldos para incrementar la especulación de la vivienda, que es la base de la economía interna del país. Pero ¿qué hacer con ellos? Yo propondría que se les ofreciera trabajo en la demolición del Valle de los Caídos, como hizo Franco con los cargos de la República y sus funcionarios cuando los capturó).
Mirando al otro lado del país, tampoco me importaría ser portugués. Fue una ocasión perdida. Siempre, claro, que se me dejase seguir escribiendo en castellano, y soy muy dado a este idioma, aunque sea capaz de contener tantas injurias, amenazas, odios, insultos y groserías como tiene. Supongo que también el catalán o el portugués, pero no me parece que tengan un partido que los utilice con tanta insistencia y terror verbal, incruento, como el PP. A veces pienso que es aún el español de guerra que heredaron de sus familiares: la casa tira mucho, y en la cuna se aprende lengua y alguna costumbre. Otras veces pienso que es una trasposición del lenguaje de las porras y las pistolas, que fue muy proclamado por una generación que llegó a los grandes cargos; dado lo innecesario de porras y pistolas en este tiempo sumiso, la agresividad puede trasladarlo al idioma.
Bueno, si yo fuese catalán, sin salir de Chamberí estaría hoy más tranquilo que siendo castellano nuevo, nacido de castellanos viejos, aunque ahora seamos todos madrileños en virtud de la transición y la sacrosanta Constitución, qué pena de palabra, cuánta buena gente murió por dotar a España de una Constitución, y ahora...
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