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Reportaje:

Una isla urbana de música y copas

El Black Note cumple 10 años como único club de copas de Valencia con una agenda regular de música negra en directo

Es el único local de copas de Valencia que mantiene una programación regular de música en directo durante todos los días laborables de la semana. Lo cual dice tanto a favor de este pequeño espacio de la calle Polo y Peyrolón como en demérito de la tercera capital de España. "Pensé que aquí faltaba apoyo a cierto tipo de música en directo y que, por otro lado, siempre ha habido un público fiel a la música negra", recuerda Germán Valenzuela que había trabajado como disc jockey y animador en discotecas, así como en venta discográfica antes de invertir sus ahorros en este club. Abrió en agosto de 1993 y ahora celebra su décimo aniversario. Valenzuela había estado trabajando en Alicante y Murcia y había detectado más programación de música en vivo en pequeñas salas de estas ciudades que en Valencia. Así que decidió aventurarse a montar un club con una oferta de directo "cosmopolita" para un público interclasista e intergeneracional. La programación especial de noviembre y diciembre, para celebrar la onomástica, refleja el abanico musical que semanalmente, de lunes a sábado, permite paladear en directo el Black Note. Esta misma noche, fusión jazzística a cargo del guitarrista neoyorquino Chuck Loeb. La agenda de estos días incluye el funk rabioso del grupo madrileño Alcohol Jazz, el blues del inmenso Buddy Miles o la seductora voz jazzy de la parisina Mina Agossi. Lo habitual son dos artistas internacionales al mes, pero estos dos meses se triplica la cifra. Todos los lunes hay una jam session y algunos viernes, se sale de la línea habitual con el pop alternativo programado por el colectivo Tranquilo Club.

Hasta la fecha, Black Note contabiliza 1.500 conciertos. Primero fue "martes y jueves", pero actualmente es de lunes a viernes y algunos sábados, en un ritmo regular que decrece al acercarse los periodos vacacionales. La mayoría de las noches, hay dos pases, uno a las 23.30 y otro a la 1.00. Germán Valenzuela intenta mantenerlos para ajustarse "a los distintos horarios del público" y por otra razón importante: Los intermedios permiten a la gente conocerse y compartir copeo músicos y espectadores, en un local que, por su tamaño, propicia una proximidad infrecuente entre artista y un público, según el propietario, "poco numeroso pero muy fiel". En cuanto a los músicos de blues y jazz, Valenzuela asegura que el doble pase "no les incomoda, saben que eso es habitual".

El hecho de que el Black Note Club se ubique en una calle fuera de cualquier zona de ambiente nocturno de la ciudad, se convierte en una ventaja: "Tenemos menos problemas con los vecinos", advierte Germán Valenzuela, que es también dirigente de la Federación de Hostelería de Valencia. Como tal, sabe que los hábitos han cambiado: la gente se toma ahora la primera copa en el restaurante, y es más fácil que, en un concierto que empieza a las 23.30, no se alcance el 100% del aforo hasta la medianoche. Valenzuela considera que "para la música en directo, son tiempos más difíciles" que cuando empezaron, hace diez años. "Estamos trayendo intérpretes que en Madrid hacen una semana o cuatro días y aquí uno, porque al segundo es fácil que pinches". No obstante, el pianista americano Ben Sidran, padre del sello Go Jazz, actuará dos noches la próxima semana. Y no es la primera vez que lo hace. Según Valenzuela, Sidran forma parte de ese alto porcentaje de músicos que contrata, un 70%, a los que considera "amigos". "El eje motor de esta historia es que existe pasión por la música". ¿Y cuál es el secreto de la supervivencia estos diez años? "Me considero analista, organizado y disciplinado", explica Valenzuela. "Manejo la noche desde el lado profesional y la disfruto, pero la noche no me come a mí".

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