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Ibarrola expone sus últimos óleos y cubos de colores vivos

Trece óleos de gran formato y tres cubos escultóricos de colores vivos componen la exposición que el artista vasco Agustín Ibarrola (Bilbao, 1930) presentó ayer en Madrid. A la novedad de que Ibarrola exponga en la capital se une el que la muestra esté compuesta principalmente por óleos sobre lienzo, ya que en la actualidad es más conocida su actividad como escultor o como investigador en grandes superficies al aire libre como el bosque de Oma, Los cubos de la memoria en el puerto de Llanes (Asturias) o sus traviesas de ferrocarril.

Decidido defensor de la libertad y de la paz, el artista se mostró "encantando" de exhibir sus obras en la galería madrileña Fernando Latorre (Doctor Fourquet, 3), y recordó que fueron sus responsables los que le pidieron que expusiera. "Es como si alguien reivindicase mi condición de artista, ya que se me conoce más como persona que lucha por la libertad y la democracia", señaló Ibarrola, y recordó que durante el franquismo muchas galerías tenían miedo de exponer su obra, y "eso me fue dejando fuera del circuito madrileño".

Los óleos que forman la muestra son de gran formato, "ya que las piezas pequeñas son muy juguetonas. Para mí, crear es enfrentarme a las dificultades, no poner sobre el tapete la cocina que uno tiene para que los cuadros se vendan mejor".

Otra de las características de las piezas son sus vivos y puros colores. "Utilizo los colores para expresar una vida artificial distinta a la vida natural. A través de ellos quiero conectar con mi pensamiento abstracto. Los colores vivos hacen de contrapunto a los de la naturaleza y me sirven para expresarme con mayor libertad. El color es como un canto a la vida. Mis amigos me dicen que reflejan las ganas que tengo de vivir, ahora que tengo que ir con escolta debido a la situación que nos ha creado el nacionalismo vasco".

El hecho de que se hable más de sus intervenciones artísticas que de sus cuadros no le importa, y afirma sentirse más cómodo y exigente creativamente con esas intervenciones que con los lenguajes más tradicionales. Considera que éstas son fruto de una larga trayectoria pictórica que comenzó en 1948. "No hay que olvidar que ya en 1957 fui del Grupo 57, éramos la principal vanguardia del arte español. Se olvida ese arte potente que aparece después de la guerra, sin contacto con los maestros españoles que estaban en el exilio. Era un grupo que no nos queríamos dejar manipular". En su opinión, "pintar la naturaleza es un concepto público, destinado a la gente".

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