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Reportaje:

Un nuevo horizonte para Benicio del Toro

El actor añade su nombre a la lista de intérpretes que exploran en el campo de la dirección

Una nueva carrera parece abrirse ante Benicio del Toro, ganador del Oscar como mejor actor secundario por su trabajo en Traffic, que ahora está dispuesto a convertirse en el último eslabón de una larga cadena de intérpretes listos para dar una nueva dirección a sus filmografías pasándose al campo de la realización. "Ahora mismo no tengo ni los derechos del libro, pero me gustaría intentarlo", confirmó, bonachón, hace 10 días en Los Ángeles, durante la presentación a la prensa de su último estreno como intérprete, 21 gramos, esa película dirigida por el mexicano Alejandro González Iñárritu sobre la que ya rondan rumores de que puede significarle una nueva estatuilla. "Ni hay contrato ni hay guión ni quiero hablar mucho del tema pero sé que Hunter S. Thompson me dijo que quería que la dirigiera", asegura tras haber conocido a este escritor contracultural durante el rodaje de Miedo y asco en Las Vegas, película en la que Del Toro encarnaba al Doctor Gonzo.

Russell Crowe también prepara en Australia un guión con la intención de dirigir
'The rum diary' es el título del filme sobre el que trabaja el ganador de un Oscar por 'Traffic'

El salto a la dirección lo daría con The rum diary, una locura en la que también participaría como actor, interpretando el papel de Bob Sala, y que cortejan otros intérpretes como Johnny Depp, Josh Harnett o Nick Nolte. Todo esto si se cumple su sueño, bastante más en el aire de lo que le gustaría, pero un sueño que a juzgar por la carrera de otros muchos de sus compañeros de profesión no es tan inalcanzable.

Desde Charles Chaplin a Sean Penn, Robert Redford o John Wayne, Clint Eastwood o Jodie Foster son muchos los actores que en diferentes momentos de su carrera han buscado su inspiración al otro lado de la cámara. Algunos, incluso, como Eastwood y Redford, Mel Gibson o Kevin Costner, tan sólo han conseguido la aquiescencia del Oscar como directores, a pesar de que la fama se la labraron como actores, labor por la que nunca han recibido esta estatuilla. En la actualidad es un salto más sencillo, gracias al aumento de las producciones independientes y a la apertura de otras formas de distribución fuera de los grandes estudios. Una transición que permite que cada vez sean más los actores que, con cierto éxito, se pasan a la silla del director. Como ha asegurado la presidenta del Sindicato de Directores, Martha Coolidge, se trata en muchas ocasiones de una progresión casi natural dado que la interpretación es una buena preparación para ser director.

"Es un crecimiento natural, orgánico", afirma Russell Crowe, que desde su Australia adoptiva está preparando el guión de The long green shore junto a Michael Petroni, una historia en la que actor y escritor han conectado y que están desarrollando juntos. Su idea es dirigirla aunque, como en el caso de Del Toro, ese momento también esté lejos, envuelto como está Crowe en la promoción de Master & Commander, un filme que puede suponer su tercera candidatura consecutiva al Oscar como actor y que se estrena en España el próximo 28 de noviembre. "No tengo ningún deseo de forzar la marcha pero la película está tomando forma", ha asegurado Crowe a la prensa.

Es la historia la que guía los pasos de Del Toro y a Crowe a la dirección, como ocurre en la mayor parte de los casos en los que un actor decide dirigir. George Clooney sabía que de no haber contado con su nombre como director, Confessions of a dangerous mind nunca hubiera llegado a la pantalla. Lo mismo que pasó con Denzel Washington en su debut como director con Antwone fisher. O Andy García, con la adaptación del guión de Guillermo Cabrera Infante que lleva preparando desde hace más de una década titulado The lost city, "una especie de Casablanca centrada en La Habana, en la Cuba de la revolución". "Se trata de un proyecto en el que tengo fe y hay momentos en la vida en los que tienes que perseverar", explica el intérprete cubano-norteamericano sobre un filme que espera finalmente rodar en un año y para el que también quiere contar con Benicio del Toro, esta vez como actor.

Son aventuras que no están carentes de riesgos y, más aún, de sacrificios por mucho que puedan parecer caprichos de actores mimados con ansias de control. Clint Eastwood será ahora el modelo para muchos de ellos pero el actor, director y productor aún recuerda el precio de su debú como realizador en 1971 con Escalofrío en la noche, cuando su sugerencia al ya fallecido Lew Wasserman, entonces jefe de la agencia MCA, de que quería dirigir fue recibida con un "Adelante, pero el único sueldo que recibirás será el mínimo". En la actualidad, al margen de porcentajes, un director novel puede cobrar del orden de los 250.000 dólares por película, cifra que viene a ser lo que cualquiera de las estrellas mencionadas cobra por un día de rodaje. Pero como recuerda Jon Favreau, que se dio a conocer como actor en Rudy, la única forma de conseguir un material similar a lo que había probado con esa película fue escribiendo y dirigiendo su propia obra, con el éxito de Swingers. Y en cuanto al miedo de ser capaz de asumir esta tarea, Bill Paxton tiene las ideas muy claras. "Cualquier actor que ha protagonizado una película se ha visto en más de una ocasión resolviendo lo que haya que resolver", reconoce quien tiene una carrera de 20 años largos y más de 50 filmes como actor, pero que tras su debut como realizador con Frailty está seguro de que ha nacido para dirigir.

Este año ha habido una verdadera proliferación de esta nueva raza de actores-directores, a la que también se han unido con mejor o peor suerte Matt Dillon (City of ghosts), John Malkovich (Pasos de baile), Nicolas Cage (Sonny) o incluso Salma Hayek, con la realización del telefilme El milagro de Maldonado. "Ahora estoy desarrollando un proyecto para hacer una película mexicana en español", indicó durante la presentación de este telefilme e ilusionada con la posibilidad de volver a dirigir, algo que siempre quiso hacer, aunque no sepa cuándo. "Si no lo he hecho antes es porque me intimidaba la idea, pero ha sido una experiencia tan extraordinaria, me ha llegado de una forma tan orgánica que me enfado conmigo misma por no haberlo probado antes", reconoce. Incluso entre aquellos que han tenido suerte a la hora de mantener su figura como actores y directores, pocos son los que como Clint Eastwood han podido ser regulares a la hora de alternar estos dos trabajos. O bien han desaparecido como intérpretes (¿quién recuerda que Elia Kazan comenzó su relación con Hollywood como actor?) o les es difícil volver a tocar la cámara. Este año supone el regreso de Kevin Costner con Open Range, su primera película como director desde hace seis años y con la que espera levantar su carrera incluso como intérprete, y el de Gibson, que el próximo Miércoles de Ceniza estrenará en Estados Unidos La pasión de Cristo, un filme en latín y arameo sobre las últimas horas en la vida de Jesucristo y que significa su primera incursión como director desde la aclamada Braveheart. Quizá, como admite Malkovich, se trata en muchos de estos casos de una "carrera añadida" que, pese al interés puesto en contar la historia deseada, no compensa con respecto al tiempo y al esfuerzo necesarios, por mucho que guste. Además, siempre los hay como Quentin Tarantino, que pese al éxito de sus cuatro largometrajes como realizador, no puede esconder la leyenda de que, al fin y al cabo, los directores son actores frustrados. Como asegura Uma Thurman de su amigo Tarantino, "si alguien le hubiera ofrecido un trabajo como actor mientras preparaba Kill Bill hubiera sido capaz de dejarlo todo con tal de actuar".

Benicio del Toro.
Benicio del Toro.ASSOCIATED PRESS

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